jueves, 30 de junio de 2016

5 NAVAJA DE CABALLERO: NAVAJA SUECA DE NÁCAR DE ESKILTUNA - SWEDEN KNIVES

NAVAJA SUECA



 Navaja de caballero, que todo lo tuviera esta: nácar de Manila, alpacas en virolas y platinas, espejuelos en las hojas...y sacacorchos. No eran de patanes los vislumbres, visos, aureolas -y aun auroras- nimbos, mares y cielos que traen las madreperlas. No lo resistía su nobleza,  que de tan duros toman fragilidades. Que no fueran para ser portadas en la bolchaca de los saragüelles, ni en la talega o macuto, ni en la camisa de franelas, ni en la cinta de la boina sino en estuche, cerca del reloj de cuerda, que recoja y
atempere del sonido de los calibres aceitados.

No resistían los rigores de las labrantías ni el bregar de las mulas, ni el escabucheo del huerto donde floran los gínjoles. Coche de punto, sí. Pero no fuentes de ríos, ni limpias acequias, solo pocillo argentado y proyectable con su bastón de empuñadura ebúrnea. Cajones en escribanías, en cajas de cedro que contuvieron tagarninas, brevas o puros, entre vitolas y cromos de emplumados indígenas. Si se tuerce el hilo que las conserva en su mano propia y cayeran en rabadanes, cabreros, porcateros, chalanes, gitanos sin casta o maestros de escuela y vinateros se menguaran, se malogran con certeza el indecible irisado de las cachuelas, los robines se comen el espejo y, de las hojas, se desprenden los ápices si es que antes no se tuercen o mellan. Tal sutileza contienen y precisan que lejos de ella se pierden. Otrosí otorgan bondad y la prueban, que toque son de altura, seso e industria. Sacan la cabrero de las cabras y al porcatero de la paridera, al chalán dan palabra y al gitanillo hurtan ayes y socarronerías, del dómine limaran asperezas y evaporan el agua, por fin, del vinatero.
Solo si se las toma de tanto en vez y se atesora de ellas sin menoscabo.












viernes, 24 de junio de 2016

4 NAVAJA DE CABALLERO: NAVAJA SUECA EKA DE NÁCAR-EKA KNIFE SWEDEN

NAVAJA SUECA


 Fue muy gustoso el niño Leonardo de ver y oír, tanto que no faltó un solo año a la pisada de uva que su pariente, mícer Cósimo del Ferronero, marido de su tía materna, hacía. Montábase lagar portable por piezas en una mínima plazuela intramuros de San Gimignano no tan lejos de la llamada Della cisterna. Acudían a la fortaleza encumbrada de la ciudad en rocín desmontado, que dos hidras más que medianas se traían en las bestias. La pina cuesta excitaba por lo
próximo a la comitiva corta. Agraces vientos de la uva reventada y finezas de dulzura ya se tomaban aun antes de cruzar la puerta de la ciudadela.

Quiere el cronicón de Rafael, dito Tarantello, poner al pequeño como mochuelo en fresneda podada: siempre oteando la atalaya. Ayudaba a calzar los pies de la pileta del mosto y el arromanador le permitía levantar los capazos con los ganchones de uva (no indica il Tarantello si el tío de Leonardo tenía aparceros a los que tomar cosecha o tuvo  el lagar en usufructo, que necesidad tuviera de ver rendimientos de uva). Sin viga ni mencal ni chaveta, toda la jornada era un trajín de cargas que se amontonaran sin que se las tragara lagar. 

No se dice qué de cántaras con mosto se lograban al fin de los dos días que estaba montado el castillo con las tablas. Sí, pero, refiere que este granuja, que lo fue entonces por edades, cuando no lo dejaran de carpintero, íbase  al Palazzo comunale a contrariar. Y como impertinente quedaba, corriendo salía más risueño que infeliz. Acudía luego  a donde los maestros de la piedra y allí sentábase so un lironero almez del que  desgajaba vara con la que escarbar y aquietarse.

Así quiere el historiador que hendiendo encontrara una herrumbrosa navaja  de hierro con más de diez usos de los que todos estuvieran cercenados, comidos, alisados, quebrados menos uno que rabo de fino cerdo pieamontés era mímesis. Probó Leonardo niño la industria de la herramienta; la clavó a lo que parece en tronco de almeza y donde pudo. Comprobado quedó que aquella uña retorcida y desecha entraba con muy leve fuerza aplicada en madera. Como al sacar el hierro este se descompusiese, debió pensar el ingenio que la forma y hechuras de aquella laña torcida era prodigio. Quiere el cronicón que Leonardo inventara sin inventar el sacacorchos (más entonces era adminículo para destapar lacres, cueros recios o maderas que ocluían tarros de esencias en casa de las bellísimas toscanas ricas y en los lupanares de Verona o Siena en ocasión de visitas de nota).














sábado, 18 de junio de 2016

3 NAVAJA DE CABALLERO ALEMANA: RICH. ABR. HERDER SOLINGEN

NAVAJA ALEMANA



De ellos supe cuando ya tenía los ojos llenos de bestezuelas, vendada la vista por una cinta vaporosa de luz cegadora, radiante, de centelleantes cicindelas tomada...tal de la Corfú de G. Durrell. Se lo contó a Hefesto el padre que trabajara en las canteras de Macael, cuando aherrojado estuvo (tanto, que en bicicleta de cuadro grande y barra, de hierro, usaba para, en recuesto, acudir cada mañana, con la fritada sin conejo, al tajo desde los Tíjolas). De maravilla no menor le sonó. Entre el pedregal deshecho con cascotes de mármol y serpentina, removida la tierra herida, sin más matas que un cambrón mustio, aparecieran ellos. Delgados tal monedillas, fichas más de tragaperras que animal. Los caracoles aparecían por veces, cuando el rocío depositaba una delgada película en las aristas del pedrerío. Y de la nada se iban, que de donde no se esperara hubieron llegado. Nunca se han visto sino en la caja catódica, y apenas.


Del color de las chonetas (xonetes) que adoban la paella al romero. Así se la vio a esta navajuela mínima. Allí en Amsterdam se estaba en una de las abastecidas y puestas tiendas de anticuariado. Se recuerda que necesitara Hefesto que se le prestasen gafas,  -y de mujer, con patillas moradas- que causaron risa floja en los taimados dueños. No poca sorpresa se dio de ver que del infinito laberinto de aquel establecimiento que más nave de Noé figuraba se encontrara la minucia de precio como era y es aún. De 6 cms de largo el óvalo y uno de ancho, su grosor el de una habilla de 0,6 cms escasos. De sus hojuelas no se adivina utilidad salvo la de abrir cajita de rapé, destapar la funda de un reloj de faltriquera, romper la hebra en una camisa de seda, curar pipa de brezo y revelar dádiva galante en sobre con billete (como espejuelo de pestañas se ha constatado su valor, asimismo). Su materia es bella y rara, como no pueda igualarse. El cajoncillo de plata alemana no dejara de grabarse por  impericias, que de tan íntimo que se llevara como cordial no se concibió pérdida, salvo que de natural se tuviera el fin uno, como fue. 

En Eduard Kramer Antich hablan inglés bordado, y nada de español adivinan, nada, ni la socarronería.










lunes, 13 de junio de 2016

2 NAVAJA DE CABALLERO ALEMANA: W H MORLEY and SONS

NAVAJA ALEMANA




Se vino esta de Amsterdam, de su mercado de pulgas que dicen los franceses. No se tenía esperanza de lograr nada pues puestos de barato se sucedieran, de ropilla, de menajes y cacharrerío, de artesanía chinesca, de plantas de plasticacho, de comida, de herramientas de segunda mano...

Entre tanta miseria se alcanzó a encontrar este puesto que gobernaba un sesentón angliparlante. En cajonerío de recogida de fruta se contenían navajas suizas clasificadas por calidades y precios (de eso ya se hablara si se terciare). Tras mucha acaparamiento y suelta, se enganchó en las uñas una miseria negra, alargada como arveja pasada. Se adivinó más de lo que se viera y menos de lo que se tenía. Por una simbólica moneda se tuvo. 

El mejor cambalache se creyó haber hecho. Y tras el mismo se le dijo: Where is it from...England? A lo que con cara de tensión en cada una de las protuberancias y declives de su rostro por el esfuerzo en la comprensión de tan malo inglés, respondió: It's german, I think...

No lo sospechaba, lo sabía cabalmente. Pero cuando se llegó a la patria y se empezó con el adecentamiento, se acordara uno mucho de aquel. Tales negruras persistían como la pez en holandas, nunca mejor traído el dicho. Como se estuviese horas frotando con Aladín, aceite de armas, lana de acera...al anochecer, antes de irse a la feria de la Virgen de las Nieves, se hallara la espuma del mar; el resorte comenzara a hablar, y hasta apareciera un jardín de flor única con el trébol de la suerte grabado a maravilla. La delicadeza de las hojuelas, con su uñeta alargada, sus biseles y contrafilos primorosos que más de crustáceo que de ingenio parecieran, tanto entretuvieron que que se fue a la cena aún con las uñas empercudidas de grajo.

Tuvo razón aquel neerlandés socarrón, y si la dejó era porque sabía más que este irresponsable acaparador y que todos los de aquel Waterlooplein.







miércoles, 8 de junio de 2016

1 NAVAJA DE CABALLERO





Hubo que cerner mucha mies luego de ablentar. Que esta más menuda que aguja si se usase hipérbole, que si no, una cerilla tan solo. En el encuentro hubo centellas, ojiplático se quedara, tanto por lo contenido de su ser como por sorpresa. De plata alemana las virorillas, con acanaladura, lisura entre platinas-cachas, hoja; hojas firmes con memoria de muelle. Han sido estas mordidas por la muela, pero algo tan solo, que es mucho dadas las medidas microbianas. No se le halló punzones a esta minucia con delicadeza de estambres. Alemana, inglesa...pues este patern es conocido allí. Si más alargada fuese, la delgadez la convertiría en un "catador de melones" (melon tester), si con sierra, una teutona como las monta Linder sin melindres tantos como sí posee esta. Las hojas opuestas definitivamente la colocan en los rubicundos sajones. 

Queda por averiguar la bondad de las cachas. Se ven que han atesorado tiempo, que perdieron blancura en sus solajes; amarilleces han manchado con ocasión la superficie cabe la virola. No se observan poros de hueso, ni se ha abierto como cebolla el asta bovina...Qué sea será de la belle matiêre, eso seguro.
















miércoles, 1 de junio de 2016

3 NAVAJAS A ESTAJE DE RAFAEL WÍZNER







No es esto traca, no lo pareciera. Pero luminosa palma la breve panoplia de estas de Rafael Wízner. Todas a estaje; encabadas a maravilla la última y la prima. Como ya hayan sido presentadas las de asta de toro (pavón real, más que cuerno) y la 
de concha (rarísima materia esta que no lo es natural pero sintética como mejor se pudiera encontrar) se hizo hincapié en las nacarinas. 

Son hermosas y dejan escuálida cualquier laguiole por anchas. Llenan la mano bien, la colman sin impedirle. Muy buenas se presentan para el corte en almuerzo, y no tendrán comparación en tajo de embutido y queso; valdrían para cebarse en pernil o desollar un corcino.

No son barateras, ni se las encuentra ya donde se las busque sino en la bolchaca de Rafael Wízner. Puede observarse sin guiñar ojos el entretenimiento que tienen; véanse los limazos de la cachicuerna, su precisión, su presión, su constancia, si ritmo, su compostura, su equilibrio de electricidad. Eléctricas las devuelve Rafael si quiere. Los ojos de perdiz, las orejillas recortadas, el contraste del latón y el acero o chapa. No mereciera más que mirarse y admirarse, uno y ciento.  No cupiese tanto jabón por merecido que fuese porque pudiera fastidio caber en torpes palabras, cansinas. No obstante uno no puede abstenerse ni la contención cabría al verlas, aparejadas, cortantes, filosas, iridiscentes, honradas y raras. Más se tuvieran, ojalá. 

Ya se viera a Manuel González en Tomelloso sacar en casa de la Rocío una tal, para aquietarse  de las lisuras ante su café con churros.