martes, 29 de octubre de 2013

3 NAVAJA DE PAISANO DONJON. Y EL CAQUILERO/PHOTOS DE COUTEAUX LE DONJON


Hojas de azada o azadón, de escabillo u hoz. Tan grande es la de este que se adivina su filogenia aun antes de abrirla. Anchísima hoja, como la de los arbolillos lustrosos de los márgenes. Tal el caquilero. Hubo uno en la calle del Almendro, antes de que el parral medre y se convierta en mar. Sus hojas enceradas eran oscuras y brillantes, y cuando el frío las tumbaba con el viento quedaban como satélites algunos frutos pesados y de un color encarnado. 

Aún alcancé a ver algunos colgados en las cañas en espera de que se desasperezaran. Siempre me los representé como planetas bulbosos. Demasiado dulces y de textura blanda, no los tuve en mucho; pero al árbol, sí. Qué lejos de suponer su origen y nobilísima utilidad. Su madera se usara en los arcones de lujo, como dote ( los que vieron recién arribados los jesuitas  tuvieron bisagras con perfiles de salamandras). Molida su fruta seca como higos, eran alimento en invierno. Y los samuráis menos coléricos llevábanlos junto con recambios de galuchat para empuñaduras de cabos en espadillas. Entretenían así las caminadas entre castillos hasta que toda la isla se apaciguó.










Pasa este de los 12 cms, y con él se pudiera coger manojillos de alfalfa valiéndose como si hoz fuese. Fomidables tamaño y función. Más y mejor labrado, no desmerecerá de los corrientes laguioles. De asta de toro, creo, a lo tosco en el extremo del mango rehecho. Los rivetes se han puesto con ojos de perdiz o rosas (seis en total). La virola de acero al carbón, igual que las platinas -si es que no son de hierro-.. 

martes, 22 de octubre de 2013

2 NAVAJA DE PAISANO DONJON Y EL PERAL DE PAN/PHOTOS DE COUTEAUX LE DONJON ARTO

Si pusiéramos dos navajas donjon lomo contra lomo tocándose los resortes tendríamos una pera de pan. Las hojas de estas son anchas y no es extraño que se puedan configurar frutas, corazones o violines -si no personas o sirenas sentadas-. 

De aquellos perales de las lindes me acordaré siempre. Viejos troncos retorcidos que salen de los muretes de piedra como los almeces. Sus hojas redondeadas se movían como llamadores de viento, jugando el árbol a  los espejuelos. ¡Qué hermosos frutos, grandes y pesados como gazapos! Su carne era amembrillada, granulada, muy jugosa. La mayoría estaban tocadas por la mosca, y había que valerse de cuchillo o navaja para sanarlas. No se podía comer fruta a bocados, como ahora se suele, sino solo con punta y filo.

Aquellas peras verdiamarillas se daban y todos comían de ellas, hasta los cerdos. Hoy apenas quedan de aquellos perales aguarosos.




Esta otra Arto es, pero aunque el resorte y la hoja forman un sutil mecanismo, no está a la altura de su hermanilla de gaïac. No tiene limazos, ni en resorte ni en lomo. Sí tiene más rivetes que sujetan platina y cacha. Se pueden observan algunos desajustes entre platinas y resorte que no parecen propios de esta marca.



Véanse las pequeñas rayas blancas sobre la oscuridad del ébano, son prueba de autenticidad de esta madera. Las primeras navajuelas que se vieron eran también negras, pero no de asta ni madera. No se podía imaginar uno que dentro de árboles pálidos hubiese corazones duros como el hueso y oscuros como tizones.






miércoles, 16 de octubre de 2013

1NAVAJA DE PAISANO DONJON Y LA NOGUERA/PHOTOS DE COUTEAUX LE DONJON ARTO

Tan imitadas han sido que las francesas que vi cuando mis ojos se abrieron... no eran francesas. De hoja ancha, la más ancha entre todas. Tanto que no les ponen uñeta para abrir pues bien se pueden asir para tirar de hoja. Con punta caída, de stylet anglais. En aquellas manos anchas y curtidas pregonaban oficio y apego al bancal. Pacíficas como el labrador sufrido, no podrían tenerse  más que por herramientas. Tiene primas hermanas como el langres, le london, le gouttière...pero excede a todas en vocación bucólica. 

Dado que en aquel pueblo hacía tanto tiempo que la memoria del incendio, de la tala y el carboneo se había perdido, buscábase el nemoroso refugio  de la foresta en el cultivo de acequia (el secarral de retama, cambrón y pino blanco era envolvente y solo se escapaba de él en contadas benéficas sombras). El nogal fue uno de ellos. 

Subíase a las cámaras a la búsqueda de gollerías, y la espuerta colmada de almendras nos aguardó cada año. Nueces no había salvo una bolsilla de frutos tiznados, menudos y apretadísimos. Ya no quedaban de estos árboles de hoja anchona. Hubo una  noguera en otros tiempos, grandísima, pero una riada del Bacares la perdió. Eran de valor los frutos de esta selvática pujanza;  toda proteína era preciosa pese a lo cual se vendían a tenderos de Tíjola los sacos llenos que diera.

Nunca fue abundante en la vega y solo había  rodal de algunillas junto al río. Las hojas eran de sombraje sano, y de tal manera que se aprovecharon para, cocidas, quitar llagas de boca y pies. De la noguera de tronco blanco me acuerdo, y de sus hojas anchas.







Es este el donjon moderno mejor que yo he visto y que poseo; las cachas son de guayacán (gaïac), y tiene bordado el lomo hasta la hoja (en acero al carbono). Bellísimo y útil, montado y aderezado con gusto por los cuchilleros de Ciryl Ganivet. Solo mejoraría si platinas, virola y resorte también fueran al carbono, para que tomasen el color del sombraje de la noguera.