viernes, 27 de febrero de 2015

1 NAVAJA BUSTOS: MACHETE SIN FORROS, CON CINTILLO.



Los Bustos son una casta fecunda, de buena simiente; de ellos tenemos aún en el oficio. Pero fue Rafael (Santa Cruz, 1860) el fundador. Enseñó a sus cuatro satélites: Santiago, Rafael, Manuel y Ramón Bustos Navarro.Nietos (y aun bisnietos todavía) martillearán yunques.





A través de Santos se logró esta. Ligerilla como vaina de acacia pues no tiene forros. Precisamente esta gracia le da toda la precisa compostura que la hace agradabilísima y sutil como pluma de escribano. Bella rústica. Casquillos de metal y vitola de latón (bueno, cintillo grueso en cacha derecha), orejillas y palanquilla clásica volandereta. 10 cms de larga, 1,5 cms de anchura, delgada como peine...Meritísima piececita con un precio de barra de pan.



En toda la serie de entradas sobre los Bustos y las Bustos ha de advertirse que en Santa Cruz el punzón no indica necesariamente quién fue el artesano, sino el taller donde se fabricó o quién la mandó hacer (era muy corriente que los talleres repartieran fornitura a domicilio por lo que se ponía el troquel de quien pagaba). Muy bien pudiera ser este machete que se presenta de manos ajenas. Como se dirá en su momento, Francisco Delgado (Paco Mulas) podría ser la mano...










BIBLIOGRAFÍA: La navaja de Santa Cruz de Mudela
Imprescindible librito con información de genealogía cuchillera; especialmente interesantes son, además de la relación de familias en el oficio, los capitulillos sobre grabadores y esmaltadores, los punzones, y la comercialización de la navaja.



viernes, 20 de febrero de 2015

RAFAEL WÍZNER RUIZ: NAVAJA DE ESTAJE CON CACHAS DE CONCHA 2

Muy a la mano se han tenido moluscos y gasterópodos siempre. Usáranse como dinero, ensartados o a al montón. Adorno primero del  sapiens, siempre le anduvo por las mientes y de ellos se valió para explicarse el origen de la belleza exquisita (Venus nació de una concha) o sus hechuras (la sección longitudinal de una caracola es emblema de la divina proporción). Han ayudado a elevar la voz del rey para disponer a sus ejércitos, han proyectado las pregarias de los fervorosos en el cielo, han conducido al peregrino y han compuesto los adornos de los templos.








Para el malacólogo son afán y orden, y para todos, estrellas. Todos en la playa lo hemos sido por momentos, y hemos atesorado de ellas. Las tenemos sin tenerlas, que sin nombrarlas, las sabemos (recuerdo una escena de Con faldas y a lo loco en la que Tony Curtis enseña una concha para indicar la famosa multinacional petrolera que no se nombra, pero se entiende). Incluso en los pomos de un cambio de marchas  en un Renault-5, enresinado...


Cuando vi la primera -si mal no recuerdo era del fallecido Manuel Fernández- encabada en tales conchas anduve torpe, y solo vi lo que no era: atolondramiento y exceso. Se me escapó el símbolo, la quimera. A la mano que amanse sus rugosidades o desgaste sus lisuras le es querencia de objeto primario. La fragilidad enjaulada en la voluntad de lo exquisito y necesario. Lo mismo que el nácar, marfil o carey...existen para empomarlas, incluso en el mango de una navajuela excelsa que la simule con aventajada industria.




lunes, 16 de febrero de 2015

NAVAJA FRANCESA LE BRACONNIER/COUTEAU LE BRACONNIER, MAISON ISSARD





























De manera inesperada( pues es moda que los envíos desde allende los Pirineos no se logren, es decir, que en el camino se queden sin que se pueda saber dónde) me cayó. Así fue que cuando se abrió paquete se tentó la cajilla mientras se leía la carta de acompañamiento. Tanto regocijo hubo que por momentos se olvidó de que se tenía en la otra mano.


Se tentó y tentara, y como no se alcanzase conclusión, esta vino en la resolución de abrirla: cómo una anaconda de sí expele de su seno un inmoderado cocodrilo es lo que ilustraría el hallazgo. Que tan recio cuchillo cupiera entre cuatro papelillos no se me alcanza. Pero es y fue.




"Esta no la tendrás"...Y no lo tenía en mis cajones pero sí en mi memoria de navajas, que atiende a las poseídas y a las deseadas. Se vio pero no se hizo acopio. Por lo que ahora, llovido, solo es causa de alegría, de ver que lo imposible sucede, que lo visto con los ojillos de inmoderación se logra, que no por las propias manos sino de las ajenas.



Mixtura parece pues aun siéndolo de Thiers, colores tiene de Nogent (un thiers à la nogentaise). Es cuchillería de antes, y de antes, una quimera. Guarda la proporción recta-curva de Drouhin, y la geometría de hexágono en el eje de hoja es elegancia copiada de muebles, boiseries du trianon. Pues si se cercenara una patilla o brazuelo o columnilla o baranda o tirador o -qué sé dirá- maza de Heracles sobre reloj parisino de cualquiera de los palacios diciochescos...se tuvieran las cachas de esta  navaja Braconnier.




Furtivo (eso es este nombre Braconnier que falta no le hizo nunca), fuerte, equilibrado, liso, brillante; con rivetes que parecen à molleton y que tanto adornan si se los comparara con los que se cortan y lijan a ras de cacha. Lisuras de Mongin, du Sport de Drouhin. Si se exagera, concha de tortuga por veces...pero no, bakelita pura que ya no se ofrece, semejante a caoba (lejos queden las anodinas cachuelas suizas monócromas). Aherrojado ello por resorte y lomo con reciedumbres de manta de tocino.





Buck 110 o 112, Hallali, Le Cornillon, le Moderne o le Faceté (estos tres de Mongin), una de teja santacruceña, la zuava italiana...Todos me vengan con él, y aún otros más, sofisticados y nuevos (un Mcusta táctico con cachas de raíz de membrillero, un Vicomte gordo de Renaud...). Con alguna talla menos que un Fiat 500, no podrá esquivarse con él las leyes newtonianas pues mandíbulas de megalodón tiene en CX75.











































De la maison Issard todas me gustan. Cuchillería francesa que expirará -si es que no lo hecho ya- cuando estos hermanos finen. Gracias se den, como se han dado, al advertido generoso que la envió desde las Francias.






sábado, 7 de febrero de 2015

RAFAEL WÍZNER RUIZ: NAVAJA DE ESTAJE CON CACHAS DE CONCHA 1





En la Sierra de los Filabres, cuando se acercan las peñas a las ramblas, a los ríos estacionales, siempre en las humbrías escasas, las acequias y los muretes esconden en los bancales los caracoles que andan en las nubes. 

Así, recorriéndolas, por esos ríos, me recuerdo buscándolos; y del mujerío de la familia andando los cauces secos del Almanzora, sus orillas, recogiéndolos de los hinojales. Por lo que siempre que el niño Hefesto inspeccionaba los descuidados jardincillos, recogía las alargadas caracolas y los gordos caracoles que corrían por las losas de las galerías huyéndonos en  las aburridas carreras organizadas por aquellos infantes pueriles.


Alimento humilísimo en donde fuere; aquí en el Sur nunca bastaran por muchos que hubiere, que ni dos docenas de los menudos pudieran rellenar uno de los escargots de Maxime's. Tanto hiciera las hambres que se les embadurnó con las salsas más aperitivas, a menudo picantillas, para disfrazarlos. En Sevilla hay algún magnífico bar, con servicio auténtico sevillano, que vive de la fama de ellos:-"No, es que aún no están en tiempo, y las cabrillas no valen en todavía." Así se disculpaba un atento y eficaz camarero que entendió que se le pedía lo más típico.





Mientras se haya pieza excelsa en estos materiales nobilísimos, se nos ha llegado a las manos esta, de D. Rafael Wízner Ruiz. Esta viene también de las excelsidades de su probadísimo arte, no es contentamiento sino meta. En estupendo y egregio material sintético por tener  lacerías, sutiles ocres en extremada mixtura y pátina de naturaleza. No se puede encontrar ya este donde se busque; paréceme de encanto por llevarme memorias inexistentes a donde nunca se estuvo. Magnífico.