jueves, 18 de febrero de 2016

23 NAVAJAS DE ESPAÑA Y FRANCIA: NAVAJAS SOLSONESAS-COUTEAUX JAMBETTE





La pierna, ya lo barruntó Champollion al quitar el tamo a una momia en el museo de Turín, elevaba el significado de hombre al erigirlo. Pie y pierna toman esta contaminación enaltecedora al apartamiento que producen en el hombre respecto a las bestias. No toma en consideraciones biológicas el jeroglífico la extremidad. Si no era claustro del alma era al menos raya que delimitaba en la erección al campesino, empercudido y humano,  del curvilíneo ibis, muelle y divino.

Asimismo le corresponde el símbolo del pedestal; y cabría aquí la comprensión del favor que goza la esbeltez y la ventaja de la altura en la elección del compromiso de la pareja. Quizá el oro es el antídoto único para la escasez de alzada, antes y siempre. Y el estado del que no excede ha sido acicate de compensación, catapulta que encumbró la osadía del menguado (prueba de próceres, caudillos, sires, reyes y reyezuelos, caciques y aun a alcaldes que achaparrados han accedido a la dignidad del mando supremo en los desiguales ámbitos  ha andado sobrada la historia, y los anales futuros más dirán de lo mismo). La cábala le concede el atributo a la pierna de "esplendor". Y quede así todo dicho.





Claro que si la silueta no se hubiera adelgazado, la de la navaja solsonesa, más sería pata que noble extremidad. El significado atribuible por los semiólogos, etnólogos, hoplólogos sería otro. Metonimia del animal fetiche, amuleto comunicador con los dones que faltan o con los vicios o bajezas que se tengan. Los pastores, cazadores apaciguados, valorarían en mucho la hoja encabada en cabrío, en carnero, en vaca. Conexión sería con los demonios que gobiernan los hayedos ancestrales, el encinar acuminoso, el rebollar, la pineda perenne, el saucedal o la blanda olmeda. Los encuentros entre cabreros enemistados por le pasto, sus violencias, la trashumancia forzosa, la sustracción de las cabezas logradas puso faz a las mohedas y surgieron los espíritus desasosegantes de las cencerradas, las máscaras, los cayados de virolas duras, la carlinga de los mastines pesados o las macabras ceremonias de los cefalóforos. El cuchillo, la navaja tendrían este sentido que ya habiendo perdido el humo de la majada se presiente al empuñar el cachaje cervuno, vacuno, del muflón, de la cabra.





 Diremos al fin que más jambette han parecido las francesas, que aun viendo una pierna en cada navaja el adelgazamiento paulatino de las solsonesas las ha convertido en lo que son; y esta metamorfosis se dio en un ámbito común sino vecino. Como siempre, los franceses, recuérdese el grupo M (léase como una my griega), han siglo formidables metaforitas y elevan lo que nombran: jambette (que aquí hubiéramos nombrado pata.








Acabo de ver cómo un pequeño agenais se ha camuflado entre las demás; ha simulado las tres rosas del Saint Amans, también la curva del final del mango (astutamente no se ha abierto de hoja pues no la tiene ni de laurel ni de olivo).

miércoles, 10 de febrero de 2016

22 NAVAJAS DE ESPAÑA Y FRANCIA: NAVAJA SOLSONESA DE ANTONIO PEDROSA-COUTEAU JAMBETTE DE SOLSONA


Aquí se presentará la primera por la izquierda, una solsonesa del artesano Antonio Pedrosa, cordobés naturalizado en Cataluña; uno de los dos o tres que mantienen más moribunda que viva, pero viva al fin, la cuchillería catalana de tradición. Bien se ve la diferencia respecto a la de Ripoll, pues más jambette es que la otra; y la hoja es sin recorte o estaje, laureada. Labra Pedrosa varios tipos de navaja tradicional (la tercera es de hoja también de laurel, pero con las cachas alejada de la forma de la solsonesa, con el extremo redorndeado y sin el ángulo que forma la cacha hacia su mitad. 

Parece que la cuchillería de la zona fue rica en tipos, ya habría que ver una panoplia de muestra en la que se ofrecían cortes para el pastor, el labrador, el granjero, el curtidor, el relojero, el carnicero, el guarnicionero, el sanador, el barbero, el majo, el salteador...Para todos los oficios mayores y los no especializados. Rica fuera aquella cuchillería que sacaba de España mucha herramienta incluso a América.

Los modelos con el paso de los tiempos y la pérdida de mano en los oficios, simplificaron su multiplicidad y algunos, los más, se perdieron. Que quedaran los más generales es de suponer: dos, tres...no más. Y aun estos se adelgazaron y perdieron combas y longitudes, se empequeñecieron y se aligeraron. Eran aquellas de pistón o de dos clavos, y no tenían bloqueo, solo virola a veces (quizá haya que suponer esto cuando ya la cuchillería de Solsona, por ejemplo, perdía pujanzas y sus talleres se extinguían).

Pedrosa las remata con bloqueo de palanquilla y ventana (el primero se expandió a principios del XX, y desde entonces quedó como el propio de... Albacete; el segundo perdió uso y solo hoy los muy duchos son capaces de calibrarlos en sus piezas). Sus rivales son las humildes de Pallarés. Es esta una empresa que se supera con modelos, pocos, de más lujo, con seguro; otras con navajas de fricción encabadas en asta y maderas duras. Usa Pallarés cada vez más el acero inoxidable, lo que va en dirección opuesta a lo que su intención indicara.










Fue esta comprada en el Barrio Gótico de Barcelona. Sola una cuchillería de la ciudad las tiene, a lo que creo. En carbono, por supuesto (que otra más grandona y otra menuda en inoxidables se quedaron). No supieron indicar en claro el asta y su animal. La tengo por carnero yo. Es robusta, ajustada, tajadora y bien compuesta (se acepta alguna irregularidad más de la materia que de la mano artesana: uno de los lados del asta es más plano que el contrario, no mucho pero la mano, si lo piensa, es capaz de tal aprecio).







jueves, 4 de febrero de 2016

21 NAVAJAS DE ESPAÑA Y FRANCIA: NAVAJA RIPOLLESA-COUTEAU JAMBETTE DE RIPOLL

 

 La historia de la navaja catalana está por escribirse, sino contarse. Hubo al parecer distintos vivares bulliciosos en los que se cuajó esta artesanía o industria; se han mencionado Olot, Ripoll, Caldes de Montbuí y, por supuesto, Solsona. Quizá hubiera más villas o lugares (siempre hablamos del XIX-XIX) como los había por doquier en el mapa de las Españas: Valencia, Málaga, Almería, Guadix, Albacete... (solo por el Sur). 












No estaban, así pues, aquellas provincias despobladas de cuchilleros, y más con lo viciosa en agua de torrente corredor para mover muelas que resulta aquella tierra pina cabe el mar. Y como las lavanderas y su pluma, en cada villa las herramientas de cortar se hacían parecidas y muy diferentes, siendo unas, fueron varias. Fácil es contraponer la tipología ripollesa a la de Solsona (como se hace aquí). No habría que suponer, de este modo, que los catalanes copiaran a lo burdo las navajuelas de Francia por muy cerca que se esté (en el mejor de los casos la Cataluña extendida hasta la Côte d'Azur obraba de derecho sus artesanías y foco pudo ser de influencias -los primos del otro lado de los Pirineos, si venían a Gerona a vender o comprar, emplearse o estacionar pudieron traer o llevar aquellas navajas de hojillas de laurel).