Fue comprada en Ca l'esmolaor (del afilador), calle de las tiendas, en Játiva. Había unas tablillas agujereadas donde se presentaban las navajas sujetas por gomillas; por encima, unas tiras magnéticas sujetaban también algunas piezas de corte. Se exponían en el umbral de la portezuela, y resultaba imposible no verlas ni aun desde la calle. Muchas veces pasara Hefesto y las mirara tal como se suele los timbres en una finca urbana.
El amo, redondo, menudo, calvete y bullidor -como lo son los feriantes- la tomó, enarcó el lomo, ahuecó las piernas juntas como si el padre Job sujetase a su hijo en la intensa hora del sacrificio y gesticuló pasando el filo por el gaznate de la bestezuela imaginada. "Cabritera...y así, los pastores, para el degüello de chotos". Una y otra vez, mecánicamente y perdiendo energía gestual, agitaba la mano en un vaivén tremendo. Se compró en pesetas, creo, y no
es de las mejores pues tiene en el extremo, hacia el pico, las platinas separadas del muelle.
Pinchó sin cortar hasta que la visitó Nebot (D. Antonio Rodríguez); cumple todas las especificaciones de una girodia o cévenol. Gustó, pero más si tuviese carbonilla en la hojuela de sauce. De las más logradas de Joker, de la que disgusta hasta el nombre.
Llevada fue para almorzar cuando se da de mano en el trabajo. Conoció los jardincillos del río de Canals aquellos días, y compaña queda fue. En esto se la estimó.
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