viernes, 23 de diciembre de 2016

NAVAJA FRANCESA LE VERCORS-COUTEAU LE VERCORS


 Como Dios no mandó, así se hiciera: un cuchillo -allí los llaman así, que aquí son navajas- para el departamento de Isère. Se le diera cuchara y vela a J. P. Sucheras para que lo alumbrara.  Así empezó en un taller de la propia región, entre candiles.  Le dio el viento a Didier Charbonnel, que llevó la navaja a Florinox de Thiers (que este sea un producto Berthier se sabe aun sin cogerlo).



En el cabo del resorte, forjado conjuntamente, la mosca plana recoge  una montaña que allá llaman Aiguille, que es faro y espadaña de la provincia. Quiérase ver símbolo e historia que se la han medido antes de ponérsela (ido se han al siglo XV para que concurra un rey, Charles VIII, y al XX (para que un cascadeur eleve el orgullo de la population hasta el infinito).


 Es soldado de gravedad este Vercors, con mitra y rebajo; y su resorte recoge anfractuosidades y espinerío de escaramujos y cambrones, que es áspero como los son los cuchillos Berthier. Es por tal que se le tenga más por maqueta, brújula o mapa que por filo. 

Tuvo sacacorchos porcino, que pronto se le quitara obrando contra la querencia de los franceses y su dipsómana avidez. Hoy se lo declina, que así les gusta decir, en sus dos decenas de "essences" (olivier, noyer, buis, ébène, genévrier, thuya...).







 Por más de seis centenas largas de euros se tendrá un Vercors comme il faut, sin asperezas; que David Ponson en Thiers toca el piano mientras los monta à la main. Se tendrá, en cualquier caso, una hoja más larga que la de la Laguiole, de buenos 10 centímetros, con punta centrada y bien sujeta por el resorte nervioso. Un volcán que habrá que llevar a afilar en cuanto se saque de la vitrina de la botica pues no tienen tiempo los de Florinox para lisuras.



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