jueves, 18 de enero de 2018

16 NAVAJA BOULEDOGUE ISSARD EN ÉBANO-COUTEAU BOULEDOGUE ISSARD EN ÉBÈNE.












COUTEAU BOULEDOGUE ISSARD EN ÉBÈNE


Pero no solo toro. Dogo también. A los aburridos britanos, en aquellos páramos húmedos y contaminados con las miasmas del paludismo, tras extinguir uros, lobos, linces, osos les entretuvo el unir en parejas a sus bestezuelas diformes para buscar utilidades, sino gusto. Esto hicieron con caballos secuestrados de oriente, con el muflón extinguido de Córcega, con los tristes canarios de  la Macaronesia, con los tristísimos cafres de África... y con los perros.

De patas cortas para el tejón, de largas para el lobo de Escocia, de ladrido metálico para la zorra, de carne escurrida para la liebre, y de fauces de gárgola para el toro. Azuzaban a los cánidos de presa en empalizadas contra el bull. Así tomaban gusto, con cervezas calientes y sangre fresca. Los chasquidos mandibulares cruzaron en ecos el Canal de la Mancha, a Normandía y Bretaña. Y de ahí a Thiers. El catálogo de la Manufrance divulgó el modelo partout. La maison Issard tuvo su oportunidad de fabricarlo. Se publicitó en diversas épocas, en realidad durante casi más de dos tercios del XX. Primero fue como navette gigante, óvalo y molusco de incontestable rudeza. Para cazadores se dijo, después para agricultores y ganaderos, para carreteros más tarde y arrieros, terminó siendo para automovilistas, los primero que hubo,  e incluso para electricistas.Única y versátil herramienta definitiva y total, con dos hojas contrapuestas y cachas de hueso. El que fabrica hoy la mencionada casa Issard es más estrecho, menos masivo, con hoja menos ancha, con una cacha como norma (faltando las dos en ciertos modelos, y ninguna en los menos). Hoy se mira con el crédito de lo incotrovertible: tabla de náufrago a la que subir la descontentadiza voluntad, voluble y frágil. Siempre pareció que las navajas Issard costaban menos de lo que valían. Hasta hace no tanto, que ahora se ha voceado la ganga.

Pero habrá que volver a cuando nació el siglo. Si se ha apuntado el origen británico del bouledogue -o al menos del nombre-, habrá también que mirar a donde emigró la cuchillería una vez que se pusieron los pies al otro lado de la mar oceana: Pensylvania. De Sheffield y de Solingen se tomaron los pattern clásicos americanos, y entre ellos el Sunfish y el elephant toenail. Ambos son primos no calcos sino moldes del francés. Ténganse los de la casa Issard como originales, más estos que los cotizadísimos de la Manufrance. En materiales nobles son pantalla táctil y sistema android. Una gran pantalla de cine de verano en el que mirar la historia de la cuchillería francesa y aun centroeuropea y americana; o, si se aplica el oído, asistir a la ópera Garnier. En un óvalo.







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