miércoles, 22 de febrero de 2017

8 FUNDA DE NAVAJA: ESTUCHE DE PUROS/POCHETTE À CIGARES/ COUTEAU LAGUIOLE ET SAINT AMANT

El señor Paco tiene muy buen pelo, que él lo repeina hacia atrás, con crestilla façon Kirk Douglas. Cuando se salía de vuelta desde la plaza de la Seo, tomaba el declive del recuesto al pie del miguelete de la iglesia colegial. Lo conducía hasta el encuentro con la calle Moncada dejando a la diestra la calleja de mala estofa de Tomás -que por allí estuvo la casa de las chicas o de Carlampio-, y a la siniestra el atajo a la de Vallés, con lo que  podía calar la vista en los entresijos del callerío más de lo que las estrecheces urbanas prometían. Llegado era al fin a la fuente del León en la parte noble de la Alameda, junto al antiguo Banco de España apañado ahora como casa consistorial. D. Paco se iba bordeando el perfil invisible de la derrumbada muralla y los muros claustrales. Gloria era don Paco de su villa valenciana. Redoblaba el recorrido con idas y venidas de ensayo, parándose en la pastelería de Giner, en el kiosko de las Delicias, en los cristales del banco. Tropezaba por veces con una cascarilla de pipa que él, enmascarados los ojos como lo hiciera Onassis, simulaba apartar como grave canto. Remeneaba con vaivén las perneras de los pantalones de cheviot y se cogía las dos mangas de la camisa con los dedos de cada mano, encorvaba la cerviz y oscilaba el pescuezo. Todo había vuelto a su sitio en su vestuario de artista retirado. Dejaba don Paco, el de la forja, una bufandilla en torno de su persona que se estiraba o arremolinaba a impulsos de su brío, como un apéndice emanado de su spleen. Manejaba el puro como instrumento pitagórico y lo disponía en los belfos con la cadencia hipnótica de un concertista. "Con el abrigo largo, lustre en los tafiletes, y el puro -decía-, te creerán rico".








Llévala aún la tagarnina don Paco. Pero nunca se le vio sacar de su estuche el alma que lo envolvió. Cuánto no hubiera lucido sacando del bolsillo cordial la funda, dejando entrever tergales, dando relumbres de  cadena de reloj, encumbrando 
 sello de piedra, abriéndola con apresto, y extrayendo por fin la batuta de su afectación.




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