jueves, 2 de febrero de 2017

XIV-3 NAVAJAS DE RAFAEL WÍZNER: TRANCHETE, DE INJERTAR, DE BOLSILLO-COUTEAUX DE RAFAEL WÍZNER

(CONTINUACIÓN)






Estando arregostados en el bar con aquellas cavilaciones navajunas, no se iban. Y era ahora Wízner quien se explayó.
-Es que cada hoja tenía su fin. Pero ha sido el acabarse los oficios del campo para que la navaja se vaya con ellos. ¡Pues no he montado yo tranchetes y marineras! De injertar también. Ahora ya a la viña se va con tijeras eléctricas.
-Pero -quiso intervenir reparador Plinio- los hay aún que llevan navaja por el pueblo... Usted mismo tiene esa pequeñuza roja que tanto corta y que buen servicio le da. 
La mostró Wízner, que quiso completar la referencia de su compaña. 
-Que no, Manuel. Para eso están las suizas rojas, que son mejores.
-Y más careras, seguro.
-Sí, o se portan navajas de tres euros o de treinta. Pero las nuestras... Que en el pueblo también se montaban muchas de esas que llaman cortaplumas.
-Aquellas hojas, Rafael, al igual que el pampanerío, se pierden. Ni espátulas, ni de ojilla de olivo...
-...Ni de interrogación, que usted dice.

Persuadidos de que ya era tarde para justificar el tiempo de mandado tan largo, decidieron recomponerse y anduchear.
¿A dónde vamos?, se interrogaron mutuamente. Y resolviendo la duda entre la polvisca de un tractor, orillados por  los últimos pámpanos verdes de las vides vacías, se perdieron.










No hay comentarios:

Publicar un comentario