viernes, 24 de marzo de 2017

2 NAVAJA TAPITAS ANCHA EN MADERA DE HAYA DE RAFAEL WÍZNER-COUTEAU EN BOIS D' HÊTRE DE RAFAEL WÍZNER











-¿Haya? Sí que he leído en las propagandas que nos echan por debajo del portalón no sé qué de barnices de colores de haya. Yo los veo marrón clarejo... 
-Yo no sé qué le pueda decir -continuó el hilo Wízner.
-Que si usted no lo sabe, con la de palos que toca...
-Y usted también los toca, y muchos..
-De la baraja, Rafael -y se sonrieron los dos aportando resonancias de voces gastadas al ruido general.

Vino por fin el camarero, que con ojos desmayados de juerga nocturna, les recitó raciones y tapas.
-Atascaburras, tajás de bacalao frito, sangre encebollada, queso frito, cazón, morro, jibia, matanza, papas con ajoaceite, capellanes de Alicante...

Para matar la murria de la semana, comandaron la sangre, y excitaron la sed con sendos capellanes a la plancha engrasados con aceite. La primera bebida fue, para Wízner, una cervecilla sin alcohol, y para Plinio, vino nuevo de la casa, tomellosero.

-Lo he asustado, Rafael, que se pide usted agüilla para viejas...
-Sí, me ha metido usted prevenciones -confirmó listo Wízner.
-Lo dice usted con voz tan entera que cualquiera pensaría que está esperando sentencia.
-La sentencia se la va a dar a usted la Gregoria si se enterase de qué alpistes toma usted... Que por mí no será, no quiero que se enfade y no le deje más venirse conmigo.

En estas, y aun en otras, se estuvieron pinchando sangre cuajada y mojando panes después de que se comieran humeante el bacalao. Comandaron bebida nueva, esta vez con más espíritu la de Wízner. Y atacaron los capellanes. En el local la reverberación de voces enardecidas por el continuo cervecerío era estupenda, y cada corrillo pugnaba porque la suya fuese la más ocurrente y resuelta conversación.

-De haya, entonces y que vengan pronto los asientos -le indicaron por tercia ocasión ambos al resacoso camarero, que nada oyó mientras  pasaba, elevando tono en tormenta de truenos, comanda a la cocina:
 ¡Docena de navajas plancha para los del banco!

Y por un instante breve , Rafael Wízner y Manuel González se admiraron.
















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