viernes, 3 de marzo de 2017

1 NAVAJA MACHETE WÍZNER EN ÉBANO-COUTEAU WÍZNER EN ÉBÈNE










NAVAJA MACHETE DE LUJO DE RAFAEL WÍZNER EN MADERA DE ÉBANO


Se encontraron ambos en la gasolinera del Cuevas, de improviso, que Wízner íbase a la vega a recoger aceituna, y Plinio andara de paseo higiénico.
-Estas brumas no son buenas para sus remos (Wízner)
-Ni para los zancos (Plinio).

El saludo fue rijoso, que ambos no andaban cortos de retranca.
-Si usted quiere comprobar su trasmisión, véngase a los olivos, que allí anducheando y con las varas, la gimnasia será mejor.. (Wízner)
-¡Ca!, que para arrastrar sacos no está ya el esqueleto. (Plinio)
-Qué huesa más entera dejará usted, la tendrán en lo de la farmacia de Reche, de muestrario... (Wízner)

Estas y otras puyas más romas que acuminosas se entrecruzaron antes de tomar rumbo, no sin antes fijar hora difusa en el casino para la anochecida, poco después de la cena que en la invernada era temprano (falta no les hacía entrar en precisiones pues ya ambos se tenían muy conocidos).
-Ese aceite sí que lo probaría, verdón y fragante como mosto, que gloria es empapar las tristes ensaladas de mi Gregoria. (Plinio)
-¿Que no vendría usted al olivar mañana? Chuletillas o chorizo picante en ascuas; eso sí, previo vareo que mueva hambres. (Wízner)

En esas estaban cuando se interrumpieron para comandar al mozo solícito sendas mistelas.
-¿Que usted no lo ha oído, lo de don Antonio "el Pollo"? (Wízner)
-Lo del lobo, no tanto; que lo de "el Pollo" lo tengo ya muy torrado... (Plinio)
Como se le saliera una risa de la caja, estentórea, cavernosa y batiente, se esperó Wízner a que las toses se le pasaran para continuar.
-Que sí. Pero lo del antiguo alcalde es para tomar nota. (Wízner)
-Pues si no me equivoca y sé por dónde va a ir usted, yo tenía entendido que era maestro... (Plinio)
-Primero maestro, luego alcalde, o a la vez las dos profesiones... Alcalde fue de La Luciana. (Wízner)
-Pequeñuja deba ser ese Luciana... que no la he oído mentar, de vista quizá. (Plinio)

En estas chanzas no paraba Plinio que probaban la paciencia del cuchillero; tomó distancia este y midió tiempos hasta que su compaña entró a donde se la citaba.
-Conoció "El Pollo" a una mulata bembona, culialta, con algo más molletes que melonar pero... (Wízner)
-...Una real hembra, quiere usted alabar. (Plinio)
-La conoció en Cuba, y... (Wízner)
-...Y mientras la mujer hacía ruta por la Vieja Habana o se estaba en la tumbona, el marido se la tumbaba, ¿no? (Plinio)
-¡Caray! ¿Me dejará usted acabar el cuento? (Wízner)
-Dispare.(Wízner)
-Se la trajo de allá en el baúl mundo. Dejó a la mujer que, conviene indicarlo bien, está sana y brincaría aún como cabritillo. Una mujer apañada. (Wízner)
-Le gustó la negritud al "Pollo". (Plinio)
-Que está de moda, Manuel, como esos perros de cabeza gorda y resuello porcino. Dos hijos tiene con la mulata, que desde que puso pie aquí en La Mancha, se ha echado tres arrobas  a cuestas. Y los hijos, uno, varón, no hay quien lo aquiete a varazos, que falta le haría... (Wizner)
- Ya estamos, otra vez con la vara... (Plinio)
-Otro, una hembra, dicen que ahora es como su madre cuando vino, pero ya se le ven los tocinos que pronto vendrán.(Wízner)
-Mal cambio; si lo de fuera no es mejor que lo de casa, mejor estarse quieto. (Plinio)
-Siempre fue muy curioso "El Pollo" de noticias y novedades. El primero que puso riego por goteo, el primero que tuvo dos televisiones en casa, el primero que cohabitó con la exmujer sin pudor ninguno... (Wízner)
-Y el primero que cató el ébano antillano.Pero eso no lo creo. Hoy los clubs están llenos. Sí, me refiero -joer, Rafael, que en esto no me has  copiado- a las mancebías que se llamaban así entonces... En esas ya hace que hay surtido de ébano y marfil.

Ya se era de noche cuando Wízner y Plinio dieron de mano de la conversación y el mulateo, que la anochecida caía pronto. Antes de despedirse bajo una farola de mercurio que doblaba las sombras en una reiteración difuminada de siluetas se citaron para acudir, si a Plinio no le embarazara, al olivar. Por callejones divergentes se perdieron absorbidos por la espesa calígine de acentos, eso sí, tropicales.








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