(...) "La línea curva de Japón, katana dispersa entre los caballos del mar de oriente, tocó como convólvulo sensitivo la quimera del artista en la brumosa Europa. Franceses, ingleses o belgas apretaron la mano medieval que los llevó a una
espiritualidad escondida en los siglos oscuros. Pudieron contemplar la "Vista del Monte Fuji desde la concavidad de la ola en mar abierto delante de kanagawa" (1831) de Hokusai. Se trata de la más
fecunda ola del arte: y se hizo el arabesco (el hierro trasmutó en
liana por Guimard; el sonido, voluta por Debussy; en perífrasis elusiva por Mallarmé, príncipe de los poetas, la imagen; y en curvatura en las litografías de Combaz, la estampa; y en silueta de aro palustre por todas las artes plásticas y la artesanía, el hálito del demiurgo humano). Y, en fin, por Japón sabemos de la princesa cabalgante de libélulas por el cielo de oriente. Estos hombres hormiga tienen un pasado que callar. Se ha comparado su comportamiento en Korea, desde finales del siglo XIX y durante toda la primera mitad del XX, con el de los nazis respecto a los judíos. Imperialismo que siempre viene adornado con la misma guarnición: saqueos, expropiaciones, violaciones (son espeluznantes los relatos de las esclavas sexuales que los nipones organizaban para alivio de kamikaces), ejecuciones fulminantes y limpieza cultural..."(...)
CONTINÚA
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