(...) "Aunque perecieron estos hombres medievales con corazón tan permeable a las voces matizadas de las estaciones.
Y el caquilero los hirió con sus redondos y sequizos frutos al oreo, y los cegó el cerezo con su labor de nieve perfumada, y los asombró el volcán con su paciencia, y el zorro arrebolado con su fulgor de invierno, y la salamandra gigante con sus rosarios de estrellas en el agua del riachuelo, y los aquietaron los oleajes con sus morbideces blancas ..."(...)
CONTINÚA
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