Adquistas a Juan Luis Vergara en su cuchillería del Altozano. Hacían por los 60 y 70 lo que ahora las chinas o paquistaníes. Ya no se ven salvo por revivales de los Hermanos Martínez de Santa Cruz, si bien las sacan en acero inoxidable -lo que las convierte en injerto-esperpento inmanducable-. Estas tienen la hoja en carbono, y las cachas nacarinas.
Con sus anillas para el ronzal dispuestas, como las argollas en las paredes para sujetar las caballerías los días de mercado. De resortes endebles y hojas delicadas. Ahora son souvenirs. Pero antes estas se usaban y tomaban holguras y se desechaban y se perdían y se compraban.
Las había de colores charros, de pisto, oscuras y blancas, de dominó, con aguas o sin ellas, refulgentes y apagadas...ninguna irrayable. Pudiéranse vender en los carrillos de las plazuelas como regalices. Panoplia formarían de abigarradas policromías, catálogo sin cuenta de tejidos y vitrinas de museo de historia natural, tal el de Londres, que es tenido por largo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario