lunes, 31 de agosto de 2015

6 NAVAJA PORTUGUESA: NAVAJA EN EL CAFÉ MAJESTIC DE OPORTO




Los convólvulos de las campanillas de encendidas corolas carmesíes o de pálidas tulipas llegan, desde los márgenes bravíos y abrazan las cañas sequizas del maizal. A Hefesto le da por buscarlas, con sus hojillas dúctiles, nudosas abarcando fachadas de edificios huyentes. Difícil le fuera buscar las raicillas -tantas veces se ha dicho que las tienen en Las Ingalaterras, que las tuvieran en los Parises, en las Bruxelas...en Alcoy-, que los  frutillos son vanos. Antes bien, le agrada el cañaveral cautivo, agrilletado por la evanescencia de los nudos vegetativos. Y el Majestic de Oporto es un atildado escaparate.







Se justificó la señora:"Todo está ahora mal aquí; que antes no". Y Hefesto entrara en el cuchitril de Alibabá enarcando cejas y columna vertebral como cazador de nízcalos. Encontró y regateó lo que la dueña, sentadilla en silla castellana de cuero grabado, quiso. "Sí, 55 euros. ¿Viene usted mucho?" Se le mintió y la dueña hizo sus conjeturas.



 Esta parece souvenir de aquellos que ya se cocían en las riberas nilóticas. Momias de animales sin bestezuela dentro. A Champolión le colaron una momia de 2500 años que improvisaron en la aldea en cuanto lo vieron con la cara lívida y chorreosa encimar la cuesta. Esta podría ser embeleco. La blandura de las cachas ha sido decorada por el hijo de un vendedor de boniatos. Ni marca, ni punzón. No sacó de su venta mucho la señora, quizá más de lo que Hefesto se llevó.










Nadie de Oporto, de los que allí suspiran, acude a la merienda. Solo los turistas. Los hay, de estos, de dos castas: los que solo prueban café, y los muy equivocados, de faltriquera, que yantan y piden oportos. No hubiera que hacerse esto. Pero insensatez Stendheliana, con sus vahídos, mueve a creerse marqués de las vajillas y amo de fámulos melifluos...

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