Es esta una hermosa (apañada de tamaño) y colmada de bondad (útil para menesteres) navaja portuguesa. Exceden sus cachas de las medidas de la mano ancha de peón. Recia, rematada en sus calidades, nerviosa sin paroxismo, durable y fiel. Más lo es en mucho que las navajuelas que en los 70, 80 y 90 salían de los talleres albaceteños con sistema de fieles. Recuerda Hefesto las Gómez, Rojas, Bustos, Ramírez...Sus resortes eran enjutos -como las hojillas que sometían-; sus plásticos, blandos; el acero también ya inox; y los ajustes, medianejos. Eran débiles productos baratos que no resistían ni tajaduras ni incisiones, y temerosas se perdieron en las bolchacas. No se encuentran laboriosas con integridades: todas tienen tembleques y más maracas que cuchillos se ven.
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