sábado, 15 de agosto de 2015

3 NAVAJA PORTUGUESA:CORTAPLUMAS EN OPORTO




Deslíase, desátase, desgránase, ofrécese Oporto atada, granada, liada y conforme. Toda es una, y se puede aprehender por momentos, en aquella revuelta, en la pina callejuela, en los tejados, en las arterías y en el vino corredor de cauces azules que lo traen aquí a educarse. 


En las nieblas de los inviernos que serenan, en los oscuros verderíos de los enclaustrados arboleríos, en el salitre dulcificado de las bodegas, en el sibilante parloteo de aquel salón de cha, en los azulejeríos. 

Duermen los símbolos en su cajón de muestra. Todos aún se encuentran casi apagados o apenas encendidos, pero palpitan en todas las letras, en cada leyenda de torreón, de cafetería, de dulcería, de iglesia.  Hubiera que acudir muy leído para disolverse. Leer a los poetas de Porto Calem, oír de sus historias de mar...y abrir una navaja. 








Poco -o más bien nada- se sospechó que en un sótano hubiera más centenas de miles de libros, y un peine de bigote en plata (escamoteable en sus cachitas) para que los negociantes ingleses de vino lucieran su rubicunda pelambrería en orden, como en escaparte las minucias de bacalao.






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