viernes, 22 de mayo de 2015

1 ESPAÑA, SIN NAVAJAS: CENT SPAGNOLS, UN COUTEAU; CENT FRANÇAIS, CENT COUTEAUX (PHOTOS DE TROIS PETITS COUTEAUX -LANGRES, AURILLAC, GAUDEL-)

Suponiendo que la sentencia en francés del título esté bien escrita, serviría para ilustrar lo que sucede en nuestro subdesarrollado país. En España abandonamos el campo en las pasadas décadas, y nos refugiamos en la ciudad; barrios enteros se construyeron previo derrumbe de, en muchas ocasiones, valiosos edificios históricos (o se ensancharon las ciudades sin planificación alguna, a la brava -como ha ocurrido también en los últimos años-).

Los campos se agostaron, los sistemas de riego (del tiempo de los Escipiones, que los moros aprovecharon) se cegaron. Los muretes de piedra que abancalaron las laderas se descompusieron; las granjas, cortijos, masías, alquerías, parideras, hórreos...se sustituyeron a menudo por naves de bloques de hormigón, con techo de uralita venenosa.

Muchos productos típicos durante decenios y aun siglos desaparecieron (embutidos, quesos, conservas, casquerías, dulceríos); igual con la artesanía. Qué feo resulta el viaje por las campiñas, cuando las haya, llenas de anuncios de grandes superficies, de ferreterías, de promociones urbanísticas, de putas y chaperos o de mensajes impúdicos sobre una pareja que se iba a casar escritos con espray.

Nuestra ruralía, el campo, no se ha valorado nada. Recuérdese dónde queda la otrora existente huerta valenciana, o murciana. Los productos que puedan salir de él, tampoco valen, o si valen, no cuestan lo suficiente para el sustento o la proyección del artesano productor. 

En Francia, en el norte de Italia, en Suiza...es diferente. Váyase por la Toscana, véase el Tour de France. No se ven feos chaletes con fuentes falsas, estatuillas de escayola,o rejas de maya ni adoseríos en bloque .No se aprecian junto al castillo o iglesia del pueblecillo, naves horrendas. En España, los alcaldes han sido las más de las veces constructores, y han vendido a saldo las vegas tradicionales, han arrumbado las eras, han desbancalado los huertos, han poblado de casuchas baratas los promontorios y belvederes; han cuajado el término de tristísimas ristras de casitas adosadas.

Me acuerdo muy bien de una pueblecillo de Almería, Bayarque, cuya huerta era gloria, llena de ruiseñores, mimbreras, cerezos y retales de hortalizas. Los regatos de las fuentes fecundaban el erial generando un milagro en el árido Sureste. Pues bien, ahora, gracias a negligente actuación de los alcaldes (quizá debiera ir en singular el cargo) hay chalés con piscina en medio de los bancales. En la Cerrá, raro enclave forestal del lugar, hay casuchas de madera que son yesca o  mecha para que pronto se prenda el mejor  pinar de la provincia.

Hemos perdido la memoria y el homo faber es ahora un cliente de Mercadona que compra todo hecho, venga de donde venga






LANGRES CON CURIANA



AURILLAC PLATINAS TINTADAS







PEQUEÑO GAUDEL, REGALO QUE VINO DE FRANCIA










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