Vino y sacocorchos se emparejaron en la viña viendo cómo los pámpanos aferraban los alambres, las estacas, la piedra o los retorcimientos de la higuera marginal. Cómo caía la semilla helicoidal sobre la cabeza, en remolino, fue inspirador para el carpintero o el arquitecto (Bernini las vio caer en el arboreto de los papas). Nada maravilla que los virus tengan los dientes, la cabeza y aun la columna con la forma de la cespitosa cola del porcus domesticus. Las bacantes imitaron la trayectoria mareante en sus cabellos desordenados. Y la gota que cae en el alma nunca lo hace a plomo antes bien rodeando vertiginosa el eje inquieto de las esperanzas.
Sacacorchos/sommelier con el punzón GATHEN de Solingen, en acero al carbono.
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