Llegados somos ya a Portobello, donde los gitanos cambalacheaban, chalaneaban y anducheaban en bolchacas o faltriqueras. No nos adelantemos, Hefesto es impaciente y el atrevimiento no es siempre error. Cuánto no costara colocarse las orejeras. En el primer puesto ya se vieron, y en el segundo...; no fue hasta el séptimo que ya hubo naufragio.
No solo se encontraran de nácar, las fruteras, sino que había con cacherío de madera sólida, de asta, de bakelita, de plástico, de hueso, de marfil -algo dudoso, la verdad-. Y los recazos se revisaron con antiparras. Wolstenholm. Fue comprada ipso facto. El nombre mítico fue razón suficiente. La compañía rivalizó con J. Rodgers en calidad, sus piezas son buscadísimas ahora (tanto que raramente se encuentran a la venta las más valiosas -y en ningún sitio menos que entre los britanos-).
La marca histórica desapareció sin continuidad; bien es cierto que el grupo Eggiton la compró pero las navajas que manufacturan en la actualidad no son las que aquí se alaban.
Along with Joseph Rodgers, George Wostenholm is possibly the most famous name in cutlery. These two, once great rival companies have sat alongside each other in The Egginton Group since 1986. Perhaps more than any other cutlery company, the history of Wostenholm is steeped in folklore. Así se introduce la historia de la compañía Wotenholm en la página del grupo industrial al que ahora pertenece.
Anotación en el libro de la Sociedad de Cuchilleros en Hallamshire que muestran la marca * XL emitida a Wostenholm en 1831.
Se trata de una pruner (serpeta) con cachas de
rosewood; es de notar el fuerte muelle cuyo grosor
decrece según se avanza hacia la virola. No presenta
ningún juego o vaivén alguno de sus elementos.
Soberbia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario