(NAVAJA INGLESA DE NÁCAR)
Se confirmó el gusto por los arquetipos tradicionales tanto tiempo imitados. Veía por primera vez los prototipos. Soberbios objetos de artesanía. El pequeño maestro (así se denominaban) llegaba a dar término a su creación ex nihilo. Forjaba la hoja, componía el resto de elementos metálicos (muelle, platinas, virolas, pernos, argollas ), buscaba la materia idónea para acompañar el cabo (podía ser cuerno -punta o pala que tenían que ser desbastadas o planchadas-, asta de ciervo -buscaba difíciles simetrías y homogeneidades en un material duro al que también había que someter desechando poros pues la calidad no se racaneaba-, marfil -duro pero frágil y proclive a mostrar el menor fallo con insidiosas grietas-, nácar -tan bello como quebradizo también-, y cualquier otro material común o exótico (ébanos, palorrosa, cuerno de búfalo, marfiles del mar, piedras semipreciosas...). Y lo que creía de ingenio hispano primero y luego francés, resultaba ser obra de los pérfidos ingleses.
Cuando en España se obraban difíciles obras cumbre de la artesanía en número reducidísimo, mientras que en Francia aún no se conocía el famoso laguiole (se ha dado 1868 como la fecha de su nacimiento) y el rústico capuchadou les servía malamente para salir del paso, los ingleses habían aplicado modernas concepciones de producción en fábricas eficientes de las que salían útiles que aunaban sublime magisterio y reproducción seriada. Cumbre -tantas veces se ha dicho ya- de la cuchillería mundial cuya edad de oro fue aquella.
Ya vamos por la casa en la que vivió aquel Orwell, el de la Rebelión, y Portobello está al final de la callecita tras la curva. Pasamos primero de largo, intentando ver todos los puestos; como imposible, el impulso de la compra no se contuvo más.
Este de arriba es un diminuto cortaplumas, de dos piezas; además de la hojilla posee un ganchito para abotonar prendas a las que hoy no sabríamos dar nombre. En el recazo difícilmente se puede leer algo como BEPF (?) AN COLD
SHEFFIELD
Cortaplumas de dos hojas delicadas, con punzon en ambas, posee un óvalo de alpaca (?) incrustado; presenta una irregularidad en la cacha que se puede ver en la foto superior. La marca se podría leer si Hefesto no tuviese la vista quemada o tuviese una lupa de filatelia.
Ambos estaban escondidos y tuvo Hefesto que preguntar por el género. Cuando vio el segundo, no pudo soltar el primero.
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