sábado, 10 de septiembre de 2016

NAVAJA INGLESA - JOSEPH RODGERS'S KNIVES 4: SILVER & MOTHER OF PEARL


(NAVAJA INGLESA DE NÁCAR)


El carácter de un japonés debiera ser reconcentrado, sensitivo, atento al matiz infinito, volcado al olvido y al hallazgo. Así se pudiera entender el personaje de una novela, pongamos que de Yukio Mishima, que reflexiona en el suelo tibio al lado de un claro ventanal; se da al olvido de sí mismo y se concentrara en una pequeño objeto que sostuviera firme con dos dedos levantándolo ante sí: una pequeña navaja de Seki con cachitas de madreperla, quizá filipina. Con los ojos cerrados se entregara a la recreación. Los irisados, los jaspes, el hielo, la luz de amanecida, el agua del arroyo helado, los arreboles, el crepúsculo en su inicio, y el calor y la noche. Todo eso cupiera. Bastara con poner las cachas en diferentes ángulos, con agudas o blandas incidencias, a través de parpadeos, de oblicuidades, de repentinas ocultaciones. La mano fuera el biombo y la puerta. La luz exterior entre filtrada ya por un caquilero.

En segundos se viajara a través del año (primavera, otoño, verano e invierno en sucesiones), a través del campo (llanadas, panes, cañaverales, esteros, playas) y a través del pozo en el que uno cabe (memoria, anhelos, tristuras, vahídos). Todo cupiera en una concha. Y tal, Hefesto.










Ya en Portobello. Tanto tiempo la busqué que al hallarla caí en perplejidades. Se cerraba perfectamente y no se quedaba el extremo de la hoja como lengua en boca de perro, es decir, se ocultó; el resorte pistoneaba a la perfección, las cachas no tenían mella, la hoja no tenía raya...Y estaba en su caja.





















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