sábado, 30 de marzo de 2019

NAVAJA FRANCESA LE CAMARGUAIS-COUTEAU LE CAMARGUAIS

UN CUCHILLO Y LA INVENCIÓN DE LA PATRIA





Así se inventa la patria. Uno recuerda cuando se compró la navaja en l'Avenue de l'Opéra, cerquita de la ópera Garnier. Hacía esquina, en el escaparate de la puerta principal -en realidad uno a cada lado de esta- había navajerío y cuchillerío. Los peroles de latero y latonerío se exponían en el de la calle que desembocaba en la principal nombrada.. Dentro no se encontraron rubicundeces suecas que correspondieran con el sello de la maison, no; por el contrario Joseph y una chica chocolateados, de dentadura centelleante y aire hindú nos atendieron con gestualidades parisinas de cortesías lentas, desenvueltas y decididas. Salidos de una colonia parecían, lo que no desentonaba con la historia acrisolada en el local; no en vano por la acera caminó la II y la III República, los nazis de regreso de Pigalle, los recortados soldados españoles que liberaron Lutecia, Ernest Heminway... Este hasta entró, así nos lo cuentan,  en la cuchillería Kindal a encargar una navaja fuerte para escribir Las verdes colinas de África.

Hubo que tocar los expositores de madera con tapa de cristal y frotarse las yemas de los dedos para descubrir la podredumbre noble que como un mantillo delicadísimo cubría todo. En el sanctorum se respiró con contención para no sobreexponerse a un exceso de veneración mareante. Algo cambió, quizá la propia aclimatación del espíritu produjera la leve variación, cuando en la segunda ocasión, mediados meses y aun años -que no muchos-. Allí se estaba una mujer joven y menuda sacando medallones de un papelón de queso de cabra. Mademoiselle Caroline Kindal.  

No afectó a la mercancía que se daba. Se compró una navaja Le Camarguais de lujo, la de más valor que se haya visto de esta marca. Envuelta en un paquete de primoroso lujo se trajo y se ofreció a su vez... 

Estas navajas son un exemplum de creación histórica y de fábrica de la patria. En ellas se concentran las marcas de su identidad. Una mosca con un tridente (como los que usan los caballistas en el manejo del ganado), y en la mitra le han grabado de golpe la cruz de La Camarga. Esta, además, tiene el color en las cachas de los indomables caballos del país camargués, blancos.

Es verdad, al parecer, que las piezas (la fornitura, que se dice) sean importadas de España. No está dilucidado si la casa Andújar también las montaba y las mandaba compuestas ya a Francia. No es lo sustancial. La navaja es francesa ya, hecha como un souvenir auténtico. Ahora ya tiene esa zona francesa su "couteau" regional. Puede aparecer en el mapa de la cuchillería francesa con la silueta de esta navaja, junto al toro o los caballos. Se desconoce si en el plano que tienen en la cercana cuchillería de Courty et fils (cerca de la coutellerie Kindal) hayan añadido la silueta o si se han puesto estrictos con este neorregional sacado de la tradición, de la que sea.
Fiat patria.









sábado, 23 de marzo de 2019

2 NAVAJAS MULTIUSOS FRANCESAS PRADEL-COUTEAUX MULTIFONCTION PRADEL

 ESCENA DE REGATEO EN EL RASTRO DE VALENCIA



Barato, han sido trampa para pichones en los rastros, por ejemplo, de Madrid o Valencia. Allí vienen a reunirse, según temporada, en grupos numerosos. El gitanerío -pero no solo el étnico- los tiene como ardite.
Toma el distraído visitante del mercado de pulgas uno del suelo o de la caja miserable de lata.
-¿Le interesa? -demanda el socarrón gitano.
No habrá de preguntarse nunca precio si no se está seguro de que se vaya a comprar, pues de lo contrario, tan vehementes, pesados, impertinentes se vuelven que el tierno y divertido paseante acabará con la mercancía mala en su bolsa, y con, mínimo, un billete menos.
-Es de ciervo -continúa el gitano. 
Él sabe que no es así y mide el conocimiento del pichón.
-Ciervo, ciervo no es. -Y también se ha caído en la red. Habría que haber dicho una tautológica mentira-: sí que lo es, pero solo tengo dinero para un café.
Solo así soltará el bocado el dogo.
-Es de ciervo, ciervo; pero seguro. -Y porfía el gitano seguro o no de que tú lo sepas que ya no es lo que más le importa. Un tour de resistence se ha establecido, lo que convendrá es sonreír, medir la necesidad del calé y su entereza, no perdiendo de vista que solo algo de dinero lo contentará. Si el incauto aún no se ha ido huyendo como venado perseguido por jauría de podencos, el vendedor continuará-: Le podemos hacer la prueba...

Estate seguro de que entonces la mercancía es falsa; la prueba consistirá en cercenar, destruir, cambiar, deslucir la apariencia del objeto.
-Lo quemamos, lo quemamos .- Y a estas alturas ya se han levantado, se han venido de sombrillas próximas otros pichis para que el paripé se lleve a cabo como conviene.
-No, no lo es; si ustedes lo queman yo no lo voy a comprar. Es plástico. Pero plástico-plástico.

Ahora las miradas se entorvan, las muecas se ensombrecen. Tocará lanzar la oferta que estará por debajo de la mitad de lo pedido.
-A mí me la han vendido por cuerno de ciervo, de ahí de la sierras de Alcaraz.
-Cinco, le doy cinco, pero si la quema, no me interesa -habrá que hacer como que se desentiende uno y se sale de la distancia física de negociación.
Ya hay alboroto, el regateo serán ya cortesías zafias para embromar y desanudar la red. Los ayudantes se vuelven al arrimo de los troncos de la arboleda mínima. 
-¡Venga, va!
La compra se ha hecho. No merecerá la pena, casi seguro, haber perdido tiempo demás en ello. Al final se tendrá lo que en otro puesto se tendría sin tanta doblez.
El ciervo falso al final no se quemó, y la navajuela francesa se vino en la bolchaca con la impresión de que uno ha estado en las tablas y la recompensa no ha sido la que correspondería a la categoría de la actuación propia, que la otra sí que ha sido pagada en lo que se pretendió.











lunes, 18 de marzo de 2019

1 NAVAJA FRANCESA MULTIPIEZAS PRADEL-COUTEAU MULTIFONCTION PRADEL

Iridiscentes y nacarados, pero sin nácar; osamenta sin hueso, cruz sin patria, vírgenes sin iglesia. 
Y su heteróclita naturaleza les da el carácter: son lo que les faltara. Por la sombra se recolectan, por la apariencia falsa. Los ha habido innúmeros, y si se tuviese expositor o panoplia, estos se tendrían por insuficientes. Mercancía de barato si no se les presta la atención debida, y si se les prestara, esta aún aumenta en su futilidad.





Así como los pastores de las serranías del sur, en las Andalucías, entretenían sus fríos y sus soledades poniendo nombre al color de la piel de sus cabras (puros los colores o combinados, disgregados o jaspeados o aislados, en manchas o en parches, en tono subido o suavizado, según forma lados o curvas o hilos, según el pelo se entremezcle o domine, según aquí o allá o en  la frente o en las patas...) así, digo, se podrían uno perder un domingo inventándoles motes o apartándolos en categorías.





(En écaille falsa, no de la que se trata en el Louvre des antiquaires. Sin caparazón pues, su linaje es el remedo, y aunque bautizados no son divinos ni afectan gazmoñería. Del bolsillo de Des Esseintes no se cayeran, pero leídos son y en ellos hay leyendas.)



Han saltado solos a los bolsillos, sin querer evitarlo, como los hortelanos en los calzones del labrador.
No son tan malos que se les negara utilidades, pues muchos aún tienen firmezas en muelle y la hoja no presenta vaivenes horizontales ni verticales. Para souvenir de tal pueblo, para exvoto, como señuelo en colmado. Se les puso, así, Pradel de señuelo. Ahora casi antonomasia de lo que era el bazar cuchillero. Claro que de estos aún se puede sacar servicio y del chinerío no se espere nada. Hijos de los mercadillos de las pulgas, a voces clamaron por un dueño, y a veces se los desamparó. Con dolor se los recuerda.




miércoles, 13 de marzo de 2019

NAVAJA DE RAFAEL WÍZNER EN ACRÍLICO DE TIGRE-COUTEAU DE RAFAEL WÍZNER EN ACRYLIQUE. FRANCISCO LEÓN, EL MEJOR CONTADOR DE HISTORIAS DE TÍJOLA







EL MEJOR CONTADOR DE HISTORIAS DE TÍJOLA

Francisco León vive aún, al parecer, en la calle Oliveti de Tíjola, provincia de Almería; y aquí se le trae por ser el más fantástico contador de historias que imaginarse pueda. Siempre se le vio conectado a un Ducados, boqueando humo en los calores horribles agosteños, cuando el aire viene de arriba. Maestro del palustre, se hizo su propia casa con ayuda de su suegro Ramón. De tres pisos. Se le recuerda hurtando su cuerpo de Sansón a la estricta sombra que en aquella calle solo se daba de refilón, que hasta uno había de ponerse se puntillas para no abrasarse el empeine.

Podría haber llevado sahariana como Wayne en Hatari, que el cincel humano le dejó rostro de estrella de cine, bien para el neorrealismo, bien para el hollywoodiense de los cincuenta. Entre Anthony Queen y Kirk Douglas. Frank Lyon, del barrio alto.








Excedía contando, mientras con la vista ida en pos del humo, se abismaba. Dominaba el bufido, las guturalidades, el gesto grave de romano procesionario, la contención. Era rico en giros y gustosos dichos, modulador del lenguaje colorista del pueblo en el que vivía. Ningún anglicismo, ningún cultismo de telediario, ninguna palabra vana, sino todas grávidas de matices y peso. No hacía alardes vanos, ni se tenía por nadie que no fuera él. De su macuto aparecían los acentos olvidados de los antiguos oficios; y en el uso verbal, en el palique de la anécdota era demiurgo, pontífice y mago.

Que toda la vida pareciera que hubiera ensayado discursos en la soledad de su persona. Tal parábola les daba a los decires que por disimulado se le tuviera. Dos pistolas y una de ellas oculta, al contar. Magno arte este de recibirte con socarronería y arrebatarte en palabras.




No está la memoria para portentos, que malamente se recuerda uno de esta o aquella ocurrencia.

-Que estaba Frasquito el de Adolfo buscando por ahí por encima de los Cortijicos capota en un barranquillo y ven...-se corta y detiene Francisco para el tiro del cigarro y para que la carcoma marque el paso del tiempo- ... parecía que volaba, en dos ancazos..."fummm" -movía como Karajan los brazos- se acercó tan callando como una ortega escondía. Uno de esos tigres, que había un circo por ahí arriba, por Caniles...

No se puede traer aquí la música ni la expresión. Tal gravedad ponía que por verdad era tenida cuanto pintaba con su cuento. Que pareciera que estábase uno en un campamento escuchando la historia de un viejo cazador cuya voz le prestara Rudyard Kipling. Él, Francisco León, fue en muchos ratos la interpretación viva de algún novelista taimado  y bravucón que se escribiera a sí mismo en las verdes colinas de su corazón espinado.










sábado, 9 de marzo de 2019

2 NAVAJA MACHETE DE RAFAEL WÍZNER EN MADERA DE ALMENDRO (LA CALLE DEL ALMENDRO DE BAYARQUE)










LA CALLE DEL ALMENDRO DE BAYARQUE, ALMERÍA

La calle del Almendro de Bayarque, Almería, tomó al parecer nombre de uno añoso y sombrón que había en la orilla que daba a los paratos. Una porción de bancales que desde el río subía hasta besar el pueblo, jardín de provecho poblado por pajarerío, la limitaba contra las casillas. Este árbol dulce ya no está ni estuvo cuando Hefesto niñeaba en aquel pueblo que hoy ya no existe. Se supo de él por la madre. Al final de la calle más distraída de verduras de las que había, en el número 1 vivieron Isidro Mirallas Martínez y Remedios Mirallas Pérez, los abuelos, tan benignos para nosotros que aún su sombra nos alcanza. Enfrente, Recaredo y Paca, de muy buena vecindad. La casilla familiar fue levantada sobre corraleja, y allí se formó plazuela, mínima. Si perdía uno pie, se iba a la Polaca, al partidor, que tantas pelotas de niños tragara. Una piedra de majar esparto había en el declive que llegaba a la acequia, y por encima, los huertecillos familiares de Paca; y allí un almendro, otro. De este se creyó que era el que bautizó la calle. Se tomaban de él tiernas allozas para la chiquillería, y para el majado de ajoaceites.

Tenían los abuelos en la cámara un espuertón de mucho rodal, colmado de almendras secas que se traían de la gualeja del río. "Subid, niños, a la cámara y comed almendras, comed, que eso es muy bueno, niños." Y se hacía. Con un grueso clavo de forja se las quebraba en su perfil, mientras se las tomaba como hacían los mayores. Nunca la espuerta, en todos los años que se atacó, llegó a enrasarse; y las nuevas se juntaban con la viejas, con lo que daba placer tomar de unas y de otras y adivinar el tiempo con el paladar.
También se perdieron aquellas almendras fósiles, y la espuerta gargantuesca y el clavo recio, y las sombras. 

Antes de que se disipen más, se tendrá que referir que el almendro nunca fue árbol dilecto, como sí el peral de peras de pan, la noguera, las mimbreras, el pino dulce, y los pálidos álamos en el arenal del río. No era el almendro pujante, que tenía el medro dificultoso en los secanos. Y no daban para trepar sus mezquindades. 

Fue aquí, en la vega más sonora que imaginar se alcance en cantos de ruiseñor, de pajaras negras, de colorín, de chamarices eléctricos, de pesados verderones, de palomos zureadores, de zorzal, de herrerillo, de cuquillo y, por encima, en las bóvedas,  de los abejarucos que tenían en sus alas puñales, aquí fue, digo, donde se vieran hojas de navajas, las primeras, anchas y oscuras, en aquellas manos.