lunes, 4 de abril de 2016

29 NAVAJAS DE ESPAÑA Y FRANCIA: NAVAJAS DE FRICCIÓN-COUTEAUX À DEUX CLOUS


 En todas partes en donde haya habido forja y herreros -no ya cuchilleros- las hubo; y en tiempo inmemorial. Ulises le hizo una a Telémaco con la mitad de un escoplo, y lo encabó en cornicabra o en espino negral (que de ambas esencias tuvo cuando se erotizó en aquella isla). Si se han recuperado navajas del romano con treinta utilidades en una sola herramienta, todas en hierro forjado, no fuera aventurado pensar que en el negro, en las Arabias, en Persia, la China y el continente indostánico, en el Japón -en primer lugar téngase-, en tierra de tartesos, suavos, en Escandia...se tuvieron de ellas.

Tan útiles les fueron que hasta antedeayer -y aun ayer mismo- se valían de ellas para la vega, el secano, y la arboleda frutal del jardín concluso. Mis ojos  vieron cómo una dómina de Mallorca contaba a un hombre serio, con gestos y palabras saladas, el uso del trinxete torcido: para las sobrasadas y la hogaza, para el almendro y la torta de sagí. Así hízole, como falcando con el gesto del segador que a sí trae el filo que desliza sobre la molla apretada del trigo secanizo. No se me olvidara la lición, que a uno que me llevaron de la isla le añadí una nota memoranda: "asténganse dedos de interposición".

Pertenecen todas a la artesanía esencial de los pueblos, que mediando cierres, platinas, resortes...más de industria que de mazo o herrería fueran. El primo José, Vizcaíno de los Zoilos, compúsose una. Que uno creyera que es higo caído en boca abierta el averiguarla si no lo conociera: excedió en la Telefónica, arcádico labrador y hortelano mimoso, chacinero de perniles, vinatero, guisandero y pintor allí en la Almería almenada bajo el pendón cruzado. 

Las hay en provincias y todas se parecen como el trigo a la cebada, que hay que tener ojos para el distingo. En Extremadura alguna empresa las ha repartido por todas las comunidades de vecinos, con madera de castaño, tal las de Flores Cortes (tanto éxito hallan que se imitan en el Mikado); en las Andalucías, con sus paterneras de Cádiz y las jarotas de la campiña de Córdoba; las pastoras catalanas, que ahora Pallarés las ha sacado de lujillo; o las de Taramundi. 

Las de Asturias rebrotaron en sus emporios; hácenlas también artesanos y aprendices que las golpean con sus punzones. Es admirable cómo se entretienen en los mangos, labrándolos a maravilla, con tal minuciosidad que aun el Lacoonte tuviera envidia de ser por ellos fijado. En boj que traen de la India y el Nepal, de piorno me dicen que las hay, de maderas de frutales, de incorruptibles marqueterías nobles de granadillos y ébanos taraceados con astas o  palisandros o alpacas, o todo lo que el capricho les acerca a la mano...Tal y como la Opinel. 

Este cuchillito saboyano fue sin virola giratoria, sin seguro, como otros cercanos como el Alpine -y a uno y otro lado de la frontera con Italia, que aquí también los tienen en Premana, en Patada y en donde se pusiese el dedo sobre el mapa los tuvieron. Verdad es que de estos tipos la modernidad y el comercio han visto la necesidad de ponerles resorte y de ellos nació y nace la panoplia de los llamados regionales. El encanto de su utilidad íntegra los ha traído de nuevo o los ha preservado, no obstante. No habrá que nombrar el Eustache y el Capucine, que más cerca Francisco Valencia resucita una soberbia jerezana, anchona y dura.










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