-felicísima ocurrencia esta de poner en cada provincia un cuchillito emparejándolo a un...queso, un animal de granja, un insecto o a un puente-. Claro que si no se tiene los sesos bien atados, sale...un souvenir. Y esta pudiera ser la finalidad de esta navaja camarguesa.
Laduique repite la leyenda de la creación del producto. Creado en una fecha exacta, 1994 por Didier Lascombe para completar los pertrechos de vaqueros y caballistas. De ahí, arrebatado fue por los que, sin ser camperos, tuvieran envidia de serlo. Existen variaciones de tamaño, de usos (con o sin sacacorchos), de estrechez o anchura, de ornatos (el modelo más sobrio y barato se llama "le gardian"-y ahí quede el nombre-).
Pero para no adelantarnos en nuestra intención, dejemos la descripción y sus comentarios para la ocasión siguiente y valgámonos de esta navaja para recordar dónde fuera comprada: Montané, cuchillería y droguería. Ya no, que es expendidura de souvenires (delantalillos de lunares, castañuelas, torillos...). Esta es estilete, y venía con filo matado. El bloqueo era y permanece duro hasta la extenuación. Se admiró de ella los jaeces, con su virola grabada esotérica, con su muelle en joroba con limazos, con el muelle labrado y con la mosca al final del resorte. Aún se recuerda que hubo otra como esta, más ancha, en cuerno de carnero que fue levantada por otro comprador cuando se dudó, pues se pospuso la compra dos malas horas y, a la vuelta, ya no estuvo. Mejor; ahora se sabe.
Los limazos, allí donde se encuentren, no lo son con destreza aplicados, que más parece que uno con azogue los pusiese. La mosca está torcida y su cierre necesita de gimnasio. Para rematar, no cortaba. Bonita...a medias. Más un suvenir que herramienta esta Le Camarguais.
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