viernes, 17 de abril de 2015

10 NAVAJA BUSTOS: LOS RIFADORES

Los catalanes de sus manos hacen panes...y los manchegos navajas para comérselo. Aunque convertir las navajas en pesetas (otra palabreja catalana) nunca ha sido fácil -y menos antes-. Feriantes al margen, la rifa fuera otro modo cercano sino vecino al primero. 


Usábanse mesujas plegables de carrillo, más largas que anchas para vigilar la mercancía y embaucar a la parroquia. Se cubrían con "tablillas" en las que había sujetas una o más cartas de la baraja española. Se vendían estas tablillas para finalmente cortar una baraja (bien el rifador o uno de entre el público). Ganara quien tuviese en la tablilla comprada la carta del corte.


A veces, si no se habían vendido todas las apuestas, ganaba el artesano-navajero-rifador; como no quisiera perder parroquianos, se podía seguir cortando baraja hasta haber ganador. Otra forma fue la de la tómbola. El advenimiento del euro también encareciera el juego, y se vendían papeletas a diez euros para premios de hasta 30 navajas. Se refiere en La navaja de Santa Cruz de Mudela que haya pueblos en los que la costumbre no era comprarlas sino ganar las navajas en la rifa, como en Calzada o Moral de Calatrava.







Rafael Bustos Muñoz, del que ya se trató, fue infante cuchillero -y tomara la comunión por primera vez con una navajón en la mano- Terminó, obviando décadas de taller y aleccionamiento a hijos- en la rifa por pueblos de la provincia, de Albacete  y aun Jaén.

Es posible que las navajas presentadas en la serie de entradas sobre Bustos hayan sido hechas por él o por su hijo Rafael Bustos Valencia (por cierto, este "Valencia" lo ata a la familia del demiurgo Francisco Valencia, que merecería él solo unas buenas docenas de entradas...).








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