Una historia de hambre en el recuerdo
Antes de que tomara el correo hacia la catalanidad, en sus mocedades de tanta necesidad como atrevimiento, la escasez era tan corriente que no se concebía el hartazgo, la indigestión, el sobrepeso, los cumpleaños, ni las convidás en bar. No se bebía cerveza y solo se celebraba con vinejo de casa o aguardiente no solo de uva, sino de todo lo que al alambique le cupiera en la panza.
Una noche acordaron ir a por papas, no a su campo, que no tenían, sino al de otro. Ya supieron que fulano esa misma tarde las había sembrado pues no estaban aún de temporada. Las cuatro o seis partes con sendos ojos en los que se acuchilla una patata para ser multiplicada eran enterradas para que con el tiempo y la sazón de los tormos, se lograran. La cuadrilla desenterró el mísero desayuno con el que pobremente engañaron sus estómagos.
El caso es que el Marciano, a la mañana, tenía la camisa (no diré "una camisa", pues faltaría a la verdad exagerando el número), tenía, digo, la camisa, blanca, tendida en la tierna rama de un almendro cabe la casa. No hiciera falta que se levantase para ir a buscarla pues ya no estaba ni estuvo nunca más. Se lo comunicaron, vale decir que vocearon "¡Le han quitao la camisa al Marciano!". Parece que se levantó y asomándose al tranco, lacónico expresó:"Se la habrá llevao alguno al que más falta le hiciera que a mí".
Tal entendimiento fue muy celebrado entonces y cada vez que se recordó. ¿Hubo alguien alguna vez más necesitado de camisa en cualquier ocasión que él? Solo, quizá, Mahama Gandi en los tiempos de austeridad mayor...
La de arriba se llama "le tarbais". Se trata de un modelo económico fabricado por Blaise Treille en las décadas de los 30 y 40. Después de la guerra fue reemprendida su construcción por cooperativas agricolas de Tarbes. Su mango estaba hecho con "rhodoïd", con una hoja a la turca o de sauce.
El de arriba responde a la descripción anterior; los pernos de las cachas sobresalen (los franceses los llaman "molletonnés"). Tout est en acier.
Beau Couteau lame robuste à la turque acier carbone de 100 mm avec contre tranchant Manche plaquettes : en rhodoïd blanc de 110 mm
Rivets molletonnés Belles mitres en acier
Ressort et platines acier
El aurillac, que así se llama el modelo de arriba, era llamado cuando surgió a principios del XX le vigier, por el cuchillero de Aurillac, departamento de Le Cantal, Guillaume Vigier. Esta región ganadera, de pastores y vaqueros, careció hasta ese momento de navaja propia. Fue fabricado en Thiers y adoptado con entusiasmo por los paisanos del Cantal. Frecuentemente tenía también una leznilla para punzar la panza de los animales meteorizados y para reparar los aperos de cuero.
El modelo superior presenta, como es norma, hoja de sauce con falso contrafilo, cachas de cuerno, ojos de perdiz en acero y latón, mitras y platinas también en acero.La marca es 74 ST Joanis Mondiére.
Lame feuille de sauge acier carbone de 85 mm
Contre tranchant
Manche avec plaquettes en belle corne de bovidé flammée de 105 mm
Rivets et rosettes en laiton. Mitres en acier,
platines acier.
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