viernes, 1 de septiembre de 2017

NAVAJA EUCARÍSTICA DE RAFAEL WÍZNER-COUTEAU EUCHARISTIQUE











NAVAJA EUCARÍSTICA DE TAPITAS EN ACRÍLICO DE RAFAEL WÍZNER





-¿Sabe usted?-se dirigía Rafael a su compaña, Antonio Vízcaíno alias "prefecto". Vínose de ese Levante a La Mancha en uno de esos traslados que mueven profesores de una comunidad a otra. Era Vízcaíno afectado al hablar, con un  prurito de corrección que no les pasó por alto -ni por debajo- a los manchegos socarrones. 

Sin buscarse se encontraron y se entraron a echarse el café al bar casinero. No sabían que ambos tenían qué decirse o qué enseñarse.
-Pues nada, Rafael. ¿Y su Manuel González? Que es que acólitos parecen de la misma parroquia.
En estos vanos y huecos se estaban los dos, que la hebra no se pegaba facilona; hasta que Rafael le entró al asunto del tiempo procesional en el que estaban.
-Que si sabe lo de los ángeles caidones, le pregunto. No viene nada en el periodiquillo del pueblo...
-¿Lo de la fachada del antiguo hospital? Mañana vendrá o, mejor dicho, la semana que viene, que ese se da cada siete.

Era sábado santo, y por los terrados, corrales y caserío del pueblo llano, las nubes se detenían gloriosas en sus jirones tal pañales de imágenes sagradas. Tras un Viernes Santo de mucho cirio, los pocos coches que se movían tan temprano hacían lamentarse al firme ceroso con chirríos de encauchutado. Mucho vecino se había ido de asueto a la costa, a los madriles o a la casa de campo familiar.

-Muy seguro tira  envite. ¿Qué es lo que usted no sabrá? Claro que -endereza la flecha Wízner- desde ayer por la mañana se ha dicho que si era cosa de gitanos chamarileros, que aquí los hay, que rebuscan antigüedades para venderlas en Ciudad Real o, más seguro, en el rastro de Cascorro...
-O de moros que así se desagravian de tanta opresión católica en estos días de lucimiento imaginero -se adelantó el profesor.
-O pelea de cófrades, que de la capilla del hospital sacan también una virgen. Que no todo es piedad y contriciones. 
-Sé lo que dice. Unos sacan capa de raso, los otros atacan con gorra de plato; unos con ciriones, los otros antorcha; si aderezan con claveles el paso, los otros se van a Madeira por onturios...
-Pues eso, creo que el año pasado los del Cachorro, que tienen convictos en su banda, con las mazas con las que golpean sus bombos abollaron portalones, desconcharon fachadas, maltrataron escayolas en el lío del tumulto procesional...
-"Percusionan", Rafael, los bombos se "percusionan".
-¡Ya saltó el maestro escuela! Ya, ya... no hace falta que me diga que usted es profesor, no maestro -se sulfuraba en simulación Wízner mientras sorbía café con leche.

Se sonrió el profesor de lengua y literatura castellanas, que así era como respondía.
-Monchito, el anticuario, estaba en la procesión dándose aires con su traje de espiga, sus gemelos de laca y su cabello engominado...Y los gitanos, con el Cachorro. No. Los tiros -o los mazos- no van por ahi.¡Mire, mire Rafael! Ve esa cuadrilla...
Pasaron en escuadrón no menos de docena y media de rumanos, oscuros como el Santo Cristo, comiendo los más magdalenas de dos bolsones. De los niños y chavales, al menos cuatro giraban en torno al grupo a patadas con un balón.

-Sí, esos paran en la casa abacial, bueno, al lado, en una casa grande algo desmantelada. Están todo el día en la plaza de la iglesia...
-Dicen que de tantos que son no pueden estar a la vez en la casa, por eso se turnan en lo de la intimidad.
-Han tenido que ir los municipales alguna que otra vez a...-empezó Wízner.
-...a llamarles la atención porque algún quisquilloso dirá que le molestan -acabó Vizcaíno.
-Es que  ya no los dejan entrar al polideportivo, dicen que se adueñan de las pistas y cobran a los demás para cedérselas...
-Aparte de levantar más de una moza del pueblo. El caso es que, en lo de los angelitos caidones, que dice usted, verá cómo aparecen en los mismos pies del muro desde donde los tiraron 
-¿A balonazos?
-¿Cómo si no? Antes de que los molesten los servidores del orden y los registren...
-Se pueden ir antes de que los pillen.
-No. En  todo caso son menores casi con toda seguridad. Son inimputables.
-Tiene coña lo de "i-nim-pu-ta-bles".Pero ¿y si hacen las esculturas fosfatina? No habría prueba -reparaba Wízner.
-Confío en que no, al final se sabría y entonces el delito sería para los adultos. Lo que le digo, mañana domingo de resurrección, los ángeles aparecerán.

Se callaron no teniendo más trasiego de café y leche que hacer, y brevemente se abismaron ambos, hasta que Rafael se sacó de la faltriquera un envoltillo, como otros que ya había enseñado al profesor.
-¿Esto qué es, Rafael? ¿Oros flotando en el éter?
-No lo tenía visto. Me lo han enviado para encabar esta.
-Un cuchillo eucarístico, como los de los cuadros de los museos. Los hay que figuran una mesa bien abastecida de vajillas y cubertería. Una navaja de la Semana Santa. Parece sacada de los varales del paso de un Ecce homo.
-Como que le conozco, que está usted de guasa, Antonio.
-Que no, Rafael, esta navaja es, es...una teofanía.
-Vamos, vamos, no me sea usted "Prefecto" -se regocijó Wízner con el halago.









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