miércoles, 7 de junio de 2017

NAVAJA MACHETE DE RAFAEL WÍZNER EN MADERA DE ALMENDRO-COUTEAU DE RAFAEL WÍZNER EN BOIS D'AMANDIER

 NAVAJA MACHETE DE RAFAEL WÍZNER EN MADERA DE ALMENDRO-COUTEAU DE RAFAEL WÍZNER EN BOIS D'AMANDIER







Detuvo Wízner su furgoneta en el arcén una vez vista y cierta la figura que caminaba trípode, ladeando zarzales.

-¿Dónde irá usted? - templó Rafael entre las ausiones del motor-. ¡A ver si estos hielos le toman esos bronquios castigados!

-De jira pedestre y solitaria, Rafael, que en mi casa ya no me aguanto ni me aguantan. Mi hija me ha puesto el café rebajado de achicoria y me ha dicho:"Hala, ya puede usted correr".

-Muy correntón no le veo, que lleva el báculo del obispo castigando el hinojal...

-Pinchos eran, bordes ramas de zarzaleda. ¿Y adónde anda tan temprano?, si puede saberse.

-Yo también voy a esconderme a la huerta... que en lo de mi suegro hay un almendro seco y lo voy a talar.

Amañanaba frío el día, en las espadañas de los esteros se posaban los estorninos doblando las lanzas pendulares. Blanqueaba el camino una relíctica pobeda con los tocones claros. Se subió Plinio al coche de Rafael, que arrancó entre nimbadas nubecillas negras.

-Ya va usted más telendo aquí -rompió el silencio Wízner dándole a la ruedecilla del aire-. No tiene usted queja, que su hija bien se ve que lo tiene como a marqués...

-El de las marismas -completó Plinio-, pero no de estas que están sequizas de tanto regadío y aspersiones. Sí continuó tanto tiempo sin marido y vino a casarse con un pisaverde camastrón...Tuve que apretarle para que  tomara puerta -y encrespó las manos que tenía en los inguinales.

-Catral es usted, Manuel, catral. Tenían por una vez razón los tomellosenses.

(...)

Sintieron refrior cuando, ya a la vuelta medianeando la mañana, descargaron los tarugos del vehículo y los colocaron en el estrecho taller de Wízner.

-Qué buena lumbre no serían estos troncuchos, y qué buenas ascuas para chuletillas tiernas...-se relamía Plinio.

-Tan buenos como los sarmientos, pero se necesita la paciencia que usted no tiene ni yo gasto para los menesteres del condumio -y señaló una tripa de chorizo que colgaba de una púa, sobre un mandil.

Se reconfortaron con la chacina Plinio y Wízner, ante un un brasero de picón puesto en un cubo de lata.

-¿Y de estos -indicó con el giro de órbita ocular- va a hacer el encargo?

-No fuera posible, que está aún verde para lo que se precisa. Estos habrán de pasarse en espera algunos mesecejos. Para el que empezaré esta tarde la madera ya está preparada; me la han cortado en lo de Francisco -se explicó Wízner.

-¿Pero de almendro? - se asombró Plinio.




 NAVAJA EN MADERA DE ALMENDRO
COUTEAU EN BOIS D'AMANDIER







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