Dos veredas tomara Couttier para hoyar tierra incógnita. El tout usage es una extravagancia-cálculo, probable ingenio de un quebecquois en su taiga, su hoja lo es al mode de Loveless casi. El otro brazo se fue por el de la pura invención de unir un nombre de cuchillo para que este pase a hipónimo: le Saint Michel es el de los arcángeles que vuelan sobre las salicornias.
Todos con marquetería fina, que no carpintería; pero sin pulidos de luthier (como sí alcanza Charmbriard) y una rusticidad en los limazos que dan el lustre del mérito recién alcanzado, como si fuera posible que un aprendiz tocara la aldaba de la maestría con sordina. Los brillos que les faltan a sus navajas han sido apartados por su intención para no encandilar demasiado; se ha pulido la forma (de armónica, de caballito de mar, de báculo obispal, de radio de timón en los bretones...) y esta es conveniente y muelle.
Este es Ch. Couttier, maestro sublimado en la curva y en velar luces.
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