viernes, 5 de junio de 2015

1CORTAR LA MADALENA DE PROUST CON UNA NAVAJA AITOR /PHOTOS COUTEAUX AITOR

La madalena de Proust está hace tiempo tan dura como florecida. A mí lo que me priva para pescar en la corriente del tiempo son los objetos no perecederos, de metal. Relojes, forja mínima o máxima, armerío, rejerío, escultura figurativa, monedas, herramientas de oficios de techo o de descampado (agricultura-pastoreo), y navajerío.












Hay navajas en su bolsilla, dentro de su pijamilla de cartón o plástico, con sabanaje de publicidad-consejos de mantenimiento que nunca las he abierto desde que las poseo; espero como el catacaldos a que la ocasión anímica sea la conveniente para descorchar. Puedo revivir los ruidos de Les petites Champs-Elysées donde la famosa cuchillería, lo mismo con el bullicio y frescura del París primaveral en julio por la cercana Avenue de l'Opéra donde también estuvo, quizá, la más famosa del país. Con otras soy menos paciente y dado el poco uso que les doy, las apreso de tanto en vez para apurar el aroma que ya se esfuma irreparabile...









Conseguida en uno de esos rastros de Dios, llena de suciedad; de su interior supuró un líquido negro y pegajoso con muy dudoso olor.  Las cachas son de estamina; y la navaja es grandona, la más larga de esta marca que he visto.

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