Allí las aguas del río del olvido y las del Guadiana glauco se juntan, sin mezclarse por veces y por veces atadas; perrillos de granate ladran en una esquina junto a la virola de plata, y azumbre rezuma el acero entre espasmos fríos y heladas centellas.
Tales melindres se vean y tanta delicadeza que solo un trémulo pavón real y esforzado pudiera ser la sombra.
Está la navaja dibujada con delicadeza de Japón, y su contorno pudiera ser de este país sutil la silueta. Don Rafael la delimitó con limillas redondas y recio eje le encastó para que pudiera hablar sin doblegarse nunca. La dureza templada de la hoja, su acero, no podrá fácilmente mellar la llave que la aprieta.
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