domingo, 5 de octubre de 2014

NAVAJA A ESTAJE DE DON RAFAEL WÍZNER RUIZ EN ASTA DE PAVÓN REAL 2

Cuando se deslió, deslumbró el asta. "¿Qué? ¿Te gusta?" Allí se me presentaba una navaja que pudiera ser cuadro, abanico, espejo o arma. Con esta, Teseo pudiera mandar hacer del cornúpeta una semejante.





 Hermosa de tamaño, cachicuerna, anchona, electrica y envenenada. Los colores no se pueden decir, que alabastro, azabaches, ámbares, cristal, jades, piritas, helechos fosilizados, carbunclos desliados...todos de rocío mojados se encuentran. 




Allí las aguas del río del olvido  y las del Guadiana glauco se juntan, sin mezclarse por veces y por veces atadas; perrillos de granate ladran en una esquina junto a la virola de plata, y azumbre rezuma el acero entre espasmos fríos y heladas centellas.

Tales melindres se vean y tanta delicadeza que solo un trémulo pavón real y  esforzado pudiera ser la sombra.



Está la navaja dibujada con delicadeza de Japón, y su contorno pudiera ser de este país sutil la silueta. Don Rafael la delimitó con limillas redondas y recio eje le encastó para que pudiera hablar sin doblegarse nunca. La dureza templada de la hoja, su acero, no podrá fácilmente mellar la llave que la aprieta.






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