lunes, 2 de diciembre de 2024

RAFAEL WÍZNER CUCHILLERO, PERSONAJE DE NOVELA

 EL SILENO DORMIDO y RAFAEL WÍZNER 


Cómo conoció mi compañero de navajas a Rafael Wízner es fácil de referir. Por mí. Nunca lo ha visto en persona. Yo se lo he traído muchas veces, menos en lo físico que en el carácter. El retrato lo habrá hecho él. He leído por encima, al azar algún trozo, unos intercambios en los que participa. No lo he querido desengañar; Rafael es más listo que el personaje. No sé si el escritor habrá pintado su  habilidad y aplicación. 

¿Por qué lo habrá elegido? Me lo ha explicado. Viene a ser el Watson de Santa Muela, contrapunto del maniático José Vizcaíno, figura protagonista pero quizá no principal según lo juzga quien lo ha creado.

Yo le he dicho, para justificar la desgana de navajas que me abate desde hace un tiempo, que las navajas, las piezas que quisiera tener, las que imaginaba cuando no sabía que una hipótesis se puede despejar, ya las poseo. Son filosóficas ideas que se concretaron por Wízner.

Por estas ideaciones el escritor hizo de un cuchillero y un filósofo su Watson and Holmes. Dice que yo no había tenido de verdad una navaja hasta que vio las que Rafael me había fabricado con la serie de toreros. Mudo se quedó. "Esta vale mucho" se le escapaba cuando cogió la de Pulguita. Desde entonces he dudado en mostrárselas todas pues me ha quedado duda de si pensará que las muestro para provocarle recelo. No. Un coleccionista debe compartir lo que tiene porque más vale luz que su falta y los ojos que pone al verlas y la consideración que me tiene me han sustentado la afición antes de que esta se extinga.

No sé si Rafael tomara gusto en leerse y quedarse conforme con lo que se le cuelga. Me ha jurado que nada de él ha puesto en sucio y todos sus perfiles están sujetados en el contento que yo he tenido siempre de él y en lo pulidas que son sus piezas. Que así sea y si no, yo quemaré todos los libros de este sileno y de todos.

Le ha faltado a mi amistad listeza para poner al cuchillero como espada y tapar algo más al otro filósofo. Otro, que Rafael Wízner lo es tanto como el Pitágoras o el Arquímedes, con dos puntos  o tres de Gracián.



















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