viernes, 19 de abril de 2019

2 NAVAJAS DEL RASTRO DE MADRID-COUTEAUX AUX MARCHÉ AUX PUCES: LE COUTEAU DE SIMONE SIGNORET




LE COUTEAU DE SIMONE SIGNORET

Se alojaron, la Signoret y el Montand, en aquellos hoteles de la Gran Vía, a la altura del edificio de la Telefónica. Una camarera de hotel, se encontró caída detrás de una consola de espejo una navaja-navajilla mínima de obra de Toledo.

Dejara S. Signoret el bolso de Cartier sobre ella en tanto se atusaba el moño recogido a lo italiano. En una de esas, de abrirlo y cerrarlo mirándose en el cristal azogado, se le cayera.  No se sabe cómo se  la consiguió. No costara demasiado imaginarlos en una excursión a la ciudad imperial en un magnífico Cadillac de techo escamoteable y aire acondicionado. Allí la comprara o se la ofrecieran en uno de aquellos recuestos empedrados, con silente ejército de guardia relleno de aire cálido, de aquel que respirara el gran Garcilaso en su cigarral cabe el Tajo, tan cerca del puente y del azud.

Luz en la piedra, ínfulas en el erial, dulzura en la aspereza de los riscos que la rodean. Así el oro en el acero, en las ornamentales armaduras. Metaforismo de soneto clásico. La llevó la Signoret de vuelta a Madrid, junto con una anguila de mazapán con la que golosinearon en los mullidos asientos del vehículo muelle.

Acabó la navajuela en Chicote, frente al hotel, para ser mostrada antes de agitar la coctelera y servir aquellos vermús enginebrados; como prenda y prueba de asistencia de la pareja que se vino de Toledo empalagada de almendras.










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