"El rey Eduardo se
engrasó comiendo pulardas y chocolates fondant. Al parecer, sacaba su navajilla
de Sheffield para liberar codornices en sarcófago (algunos embajadores
que iban a hacerle sus honores a la costa francesa donde pasaba meses eran
advertidos de que no imitaran al craso monarca)..."
El gran tour en ferrocarril, Félix Asuenza
"Tuvo este rey egregios ardores de
estómago y de los de venus, que se le conocieran no menos de diez señoras de
alivio, señoras y no señoritas -que esas no se contaban por nadie ni a nadie-.
Le gustaba ver, si las indiscreciones nos han llegado fieles, que se gozaba en
mirar cómo se despojaban de los envarados vestidos. Él mismo usaba de un gancho
para botines cuando de quitar corsés correspondía. Ya que la monarquía de
aquellos ingleses (y la de los de ahora) estaba en injerto con sangre alemana,
miraba con ojillos rijosos a su cohorte cuando una rozagante hija de teutón
pasaba con el frus frus de sedas y ballenas sibilando."
Los viajes inventados, de Emili Parcent
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