miércoles, 23 de agosto de 2017

NAVAJA MACHETE-NAVAJA TAPITAS DE RAFAEL WÍZNER EN MADERA DE BOCOTE








No se valía todavía -ni se iba a valer ya- Plinio de telefonillo portátil, así que cuando Wízner lo llamó estaba aquel frente a la televisión Telefunken enmarcada por dos macetones de aspidistras.

-Manuel, ¿dónde anda?. Lo que tiene que hacer es mercarse un móvil o que le dé la hija el suyo y que ella se compre otro...que no se puede ir sin uno...que no es una modernez...o, si no, cuando una de mis nietas se canse y me lo pase, yo se lo daré a usted... pero es que...
-Es que es usted más tierno que yo -le contestaba entre protestas Plinio- y eso de los botones lo maneja bien. Con mis dedazos temblones y los ojos de murciélago, vamos, es que no me valdría yo con eso.
-Ya. Usted lo que no quiere son fiscalías ni averiguaciones -falsamente le recriminó Wízner-. Ya lo veo. ¿Qué hace ahora? ¿Vermú?
-No, no...estaba atento al parte en uno de esos canales nuevos pero a mi hija le ha dado por ponerse a dar lustre a las hojas de las macetas, y ni he visto ni he oído. Pero véngase y se toma usted su copilla...
-A mí, es que eso de los vermús no me agrada. No sé cómo un manchego se haya podido aficionar tanto a mojar aceitunas en vino amargo...Tan manchego que es...
-Como usted, igual -entró pronto a la amonestación amistosa-. Desde que fui con la Gregoria a la Costa brava que le tomé querencia. Unos mejillones y un vasejo con cubos de hielo o patatas de bolsa y pasa uno una media hora estupenda.
-Dígale a la Alfonsa que a mí me saque la garrafilla de vino rancio de Villarrobledo que le traen a usted, que a mí los tales cubos en enero no me dan placer alguno -sentenció rijoso Wízner.
-Y algo de chacina, que ya sé qué pienso le gusta -chanceó Plinió.

-Es que tengo que enseñarle las últimas, que están muy bien encabadas en una madera rara que viene de la parte esa de América. Ya verá, tiznada a tiras como lar..."encinares oscuros en las cárdenas sierras"-se atrevió a remedar Rafael Wízner con palabras ajenas, de don Lotario.
-¿De esa parte de América? Tiene usted un modo genial de abreviar las cuestiones. ¿Ha encontrado ya el nombre?
-Ese compromiso mío me lo dio, bogote, cogote o bocote...yo qué sé. Dura, dura como su nombre, y no se impregna. Ya verá usted cómo luce. Si sobrara le encabaría con ella esa guitarrilla filosa del dos que tiene usted.
-La tocaremos, Rafael, si no se dilata tanto en el teléfono con tanta noticia -metió Plinio atento.









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