lunes, 10 de septiembre de 2018

25 NAVAJA DE NÁCAR ALEMANA-COUTEAU AVEC LES CÔTES EN NACRE: SOLINGER KNIFE.



 Idea microcósmica la de la concha, que se aplica sobre la materia; idea egipcia de los jeroglíficos que la ciencia morfológica aplica tanto a las columnas de Bernini como a las escaleras de los Musei Vaticani. Claro que no es del caracol de huerta, el cristiano, del que sale la carne de espuma, la madreperla, sino de otros bivalvos marinos tal la ostra, o el abalón. Preciosa sustancia biomineral que segregan desde el manto las células ectodérmicas del animal como defensa y clausura. Las sirenas, según las historias de Mauritanes de Patmos, se daban en el tronco durante las siestas de playa en aquellas islitas peladas del oriente mediterráneo para no perder la color nívea de nacimiento y escabullirse entre las olas si fueran requeridas por tritones, piratas libaneses o legionarios en tránsito. Cuentan de Ingres, muy celoso de su profesión, que mandaba a sus modelos darse la vuelta cuando falta le hacía de mezclar pigmentos para afinar su paleta (cogió, tal vez, por eso fama de acechante de nalgas...).

El punzón de esta es curioso, pues se lee SOLINGER por Solingen, o lo parece. Dos flechas que apuntan hacia arriba se cruzan, y en sus lados se adivinan dos iniciales. Cuales sean, no se adivina. Sí se constata la reciedumbre de esta navaja, que pesa más que una gruesa polilla, y ante cuya hoja se abren panes o chacinas solo con el peso de su decidida gravedad.






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