Dos de la misma casta que el primero, el azulillo. Los dos han sido reparados y están más ajustados que si acabasen de ser comprados a un voceador del tren, o de un expositor de gasolinera. El blanco confirma lo que es, pinchaceitunas. Como nunca cortara ni pudiera, fue afilado con oficio, respetándose el vaciado hasta la misma punta. Las cachas parecen haber sido cambiadas pues más gruesas parecen que las habituales, y los pernillos que las sujetan están pulidos y limpios. No tiene holgura ni juego. Solo parece haberse respetado el óxido en la mitra, para que no todo sean deslumbres. Lo mismo en el azul, pero no del todo. Ajustado justamente, como nunca hubo ninguno recién salido del taller. La palanquilla es desproporcionada a la delicadeza del estilete, parece que no hallándose ninguna cabal, alguna le fue puesta que le está grandona. El muelle interno está curvado en su cabeza, justo bajo de la ventana donde se encastra el talón de la hojuela. Pese a todo, ha pasado el reconocimiento del cuchillero, que ha equilibrado el desequilibrio. Los dos, blanco y azul, presentan la hoja inox, las mitras en latón e idénticas proporciones. El muelle en uno -blanco- es inoxidable (posiblemente cambiado) y el azul en carbono.
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