miércoles, 31 de diciembre de 2014

LA NAVAJA DE THÉOPHILE GAUTIER/LE COUTEAU DE THÉOPHILE GAUTIER

 Sucedió que tras un azaroso viaje en autobús fuimos llegados, bajo la tutela de una paisana del barrio de los Catalanes, al rastro/marché aux puces de la Madrague en la soleada Marseille de las Francias. No bien pusimos el pie la vimos echadilla, como la simiente soleada, junto a un metro de cobre extensible que después observamos con asombro enojado en el Museo de historia de la ciudad. A la pregunta pronta correspondiole un precio irrechazable. Nada más se halló de conveniente, salvo la necesidad de no remolonear por un barrio ultraperiférico y atestado de malas intenciones -no tanto en lo que se veía como en lo que la medrosa imaginación venía proponiendo-.

Hasta después, ya en la habitación  de hospedaje, no se descubrió la feliz leyenda a la doradísima luz del vano del ventanal. Tomada una y otra vez en el alféizar, el brillo pavonado la envolvió como emanación espiritosa: PEINTURES GAUTHIER. ¡GAU-THIER...!

La h fue arrumbada por el deseo de la conjunción entre oficio de arte (PEINTURES) y  apellido de arte en aposición (GAUTHIER). La reverberación poderosa  emanaba del haz de luz y enajenó con claridades que turbaban la  respiración sacudiendo el seno durante las ensimismadas contemplaciones de arquitectura, celestías y mares que se presentían. La mano se conmovió con estertores livianos que crispaban los dedos sobre el metal sucio.

Pierre-Jules-Théophile Gautier (Tarbes, 1811- París, 1872) fue primero pintor y luego dejó pincel para dibujar con palabras lo que se ve y lo que se sueña. Pero pintor, al fin y al cabo. Les PEINTURES  del escritor primero fueron ensoñaciones y luego cálculos bellísimos; dictó lección de parnasianismo antes de que se abominase de lo romántico: Émaux et camés (Esmaltes y camafeos). Atemperó las volutas, cortó ramas a  las madreselvas, abrió su navaja para poner un tutor a la mimbrera. Atando sus correspondencias con caladas de haxix y opio se adentró por los jardines exquisitos que pugnan encima de lo real; y no se detuvo en Túnez, Marruecos, Argelia, Italia o Constantinopla: allegose a las lindes de la vida para escudriñar el fértil valle de la fantasía y la muerte. No bastole la visión y levantó plano de la incógnita región de la que era habitante. Fueron sus cuentos su biografía, y se narró a sí mismo en su espíritu (La muerta enamorada es uno de los episodios mejor traído).







" En général, dès qu'une chose devient utile, elle cesse d'être belle" apostilló en una ocasión. Justo lo contrario de lo que se dice de los objetos desnudos en los estrictos límites de su uso. Lo de la navajilla presentada, tanto tiempo perdidos los oficios tradicionales -y aun los industriales- me es un ejemplo. No de belleza fulgurante sino de adminículo sin función. Esta de cristalero dicen, con brazuelo, espolón y estrella que no se darán a servir más. Mas solo la hoja, sin punzón, por un acaso. Bella me es como lucero acerado, azul. Encuentro fortuito a un símbolo ( vale decir a una divagación del espíritu, a un caprichoso recuerdo falso que se levanta con proyecto previo). Para la mano que la tomará será el hallazgo febril de un pintor alucinado.






Ici gît Clarimonde,
qui fut de son vivante
la plus belle du monde.
(La morte amoureuse)


Yace aquí Clarimonde,
que fue, mientras vivió,
la más bella del mundo.
(La muerta enamorada)

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