Hasta después, ya en la habitación de hospedaje, no se descubrió la feliz leyenda a la doradísima luz del vano del ventanal. Tomada una y otra vez en el alféizar, el brillo pavonado la envolvió como emanación espiritosa: PEINTURES GAUTHIER. ¡GAU-THIER...!
La h fue arrumbada por el deseo de la conjunción entre oficio de arte (PEINTURES) y apellido de arte en aposición (GAUTHIER). La reverberación poderosa emanaba del haz de luz y enajenó con claridades que turbaban la respiración sacudiendo el seno durante las ensimismadas contemplaciones de arquitectura, celestías y mares que se presentían. La mano se conmovió con estertores livianos que crispaban los dedos sobre el metal sucio.
Pierre-Jules-Théophile Gautier (Tarbes, 1811- París, 1872) fue primero pintor y luego dejó pincel para dibujar con palabras lo que se ve y lo que se sueña. Pero pintor, al fin y al cabo. Les PEINTURES del escritor primero fueron ensoñaciones y luego cálculos bellísimos; dictó lección de parnasianismo antes de que se abominase de lo romántico: Émaux et camés (Esmaltes y camafeos). Atemperó las volutas, cortó ramas a las madreselvas, abrió su navaja para poner un tutor a la mimbrera. Atando sus correspondencias con caladas de haxix y opio se adentró por los jardines exquisitos que pugnan encima de lo real; y no se detuvo en Túnez, Marruecos, Argelia, Italia o Constantinopla: allegose a las lindes de la vida para escudriñar el fértil valle de la fantasía y la muerte. No bastole la visión y levantó plano de la incógnita región de la que era habitante. Fueron sus cuentos su biografía, y se narró a sí mismo en su espíritu (La muerta enamorada es uno de los episodios mejor traído).
Ici gît Clarimonde,
qui fut de son vivante
la plus belle du monde.
(La morte amoureuse)
Yace aquí Clarimonde,
que fue, mientras vivió,
la más bella del mundo.
(La muerta enamorada)
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