Ya no se guitarrea tanto, que no haya luthiers que las compongan (sí, verdad es, que Wízner, D. Rafael, las viste con asta y madera de almendro, con cintillos y lentejuelas). Ni en las Francias tampoco (salvo R. David, que pudiera ser que todavía las monte). Ni, pues, seis ni cuatro; ni guitarrillas ni violines. Mucho esfuerzo para formar una orquesta de cámara, incluso mala. Vénganse franceses los que quieran, y aquí , ya en femenino, las tomaremos bien. Aplíquense los artífices y miren adonde haya industria, y luego complázcanse en la la emulación honesta de aquello por lo que nos venga alegría, asombro y admiración.
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