miércoles, 30 de agosto de 2017

8 NAVAJA NONTRON-COUTEAU NONTRON DOUBLE VIROLE







Poner las teclas de un piano entre las rusticidades de los pámpanos de la otoñada chirría, que algunos Nontron podrían ser tomados en la table du roi Louis XIV puesta en el naranjal que si jardinero le plantara (y con la que ganó el escudo de armas, envidia de todo Versalles). Tiene este Nontron doble virola en acero con relumbres de alpaca. lo que lo hace bastón de mando, pluma suiza, cerbatana, guardamapas, catalejo o caleidoscopio. Fue comprado en la cuchillería Rodríguez, junto a la lonja de Valencia. Se esperó que la apertura de agosto terminara (pues primero se vio en el escaparate) para ir la primera mañana, cuando los empleados estaban quitando polvo, a comprarla. Más tarde, en la misma cuchillería a Hefesto le compraron la misma pensando que le gustaría. Y así era.






miércoles, 23 de agosto de 2017

NAVAJA MACHETE-NAVAJA TAPITAS DE RAFAEL WÍZNER EN MADERA DE BOCOTE








No se valía todavía -ni se iba a valer ya- Plinio de telefonillo portátil, así que cuando Wízner lo llamó estaba aquel frente a la televisión Telefunken enmarcada por dos macetones de aspidistras.

-Manuel, ¿dónde anda?. Lo que tiene que hacer es mercarse un móvil o que le dé la hija el suyo y que ella se compre otro...que no se puede ir sin uno...que no es una modernez...o, si no, cuando una de mis nietas se canse y me lo pase, yo se lo daré a usted... pero es que...
-Es que es usted más tierno que yo -le contestaba entre protestas Plinio- y eso de los botones lo maneja bien. Con mis dedazos temblones y los ojos de murciélago, vamos, es que no me valdría yo con eso.
-Ya. Usted lo que no quiere son fiscalías ni averiguaciones -falsamente le recriminó Wízner-. Ya lo veo. ¿Qué hace ahora? ¿Vermú?
-No, no...estaba atento al parte en uno de esos canales nuevos pero a mi hija le ha dado por ponerse a dar lustre a las hojas de las macetas, y ni he visto ni he oído. Pero véngase y se toma usted su copilla...
-A mí, es que eso de los vermús no me agrada. No sé cómo un manchego se haya podido aficionar tanto a mojar aceitunas en vino amargo...Tan manchego que es...
-Como usted, igual -entró pronto a la amonestación amistosa-. Desde que fui con la Gregoria a la Costa brava que le tomé querencia. Unos mejillones y un vasejo con cubos de hielo o patatas de bolsa y pasa uno una media hora estupenda.
-Dígale a la Alfonsa que a mí me saque la garrafilla de vino rancio de Villarrobledo que le traen a usted, que a mí los tales cubos en enero no me dan placer alguno -sentenció rijoso Wízner.
-Y algo de chacina, que ya sé qué pienso le gusta -chanceó Plinió.

-Es que tengo que enseñarle las últimas, que están muy bien encabadas en una madera rara que viene de la parte esa de América. Ya verá, tiznada a tiras como lar..."encinares oscuros en las cárdenas sierras"-se atrevió a remedar Rafael Wízner con palabras ajenas, de don Lotario.
-¿De esa parte de América? Tiene usted un modo genial de abreviar las cuestiones. ¿Ha encontrado ya el nombre?
-Ese compromiso mío me lo dio, bogote, cogote o bocote...yo qué sé. Dura, dura como su nombre, y no se impregna. Ya verá usted cómo luce. Si sobrara le encabaría con ella esa guitarrilla filosa del dos que tiene usted.
-La tocaremos, Rafael, si no se dilata tanto en el teléfono con tanta noticia -metió Plinio atento.









7 NAVAJA NONTRON CON ANILLA-COUTEAU NONTRON À ANNEAU










Otra Nontron, esta vez dudosa pues no se punzona Chaperon. Ocurre como con los faux oú vrai Laguiole... Para simplificar y concluir, los verdaderos son los bien hechos, y solo estos. Añádase cierto apego a la tradición pues el innovar excesivo trastoca los objetos en remiendos sino engendros. Y esta tiene, mejor suscita, la reflexión. No sería una auténtica navaja Nontron Chaperon, eso está claro; pero ¿y una Nontron? Pues, quizá no pues el punzón es grabado y no hendido, la hojilla no es de carbono (acer al...), y la ventana donde el anillo desengancha la hoja no está comme il faut. 
No todo, sin embargo, es meridiano. Que todos estos defectillo, y otros, las tienen otras navajas regionales. Quede, pues, la cautela vigilante. Aquí lo folclórico, como con las Vendetas corsas, se sobrepone -y oculta- la función auténtica. Una cra-cra de la maison Le sabot casi estuviera mejor.







sábado, 19 de agosto de 2017

NAVAJA MACHETE DEL NÚMERO 2 DE RAFAEL WÍZNER, EN PALO DE SERPIENTE
















Se pasaron las culebrillas de Almería a Játiva. Aquí también escamearon siempre, en los retablos de las iglesias de San Pedro o bajo la bola celeste desde la que irradiaba su gracia la virgen de la Inmaculada, la de la medalla, en  el colegio de niñas del mismo nombre. Pero no solo en la penumbra de lo sagrado. En el colegio de Alejandro VI, solo de niños, que lindaba con el anterior, se diera la primera exposición de Hefesto en el curso de 6º de EGB, grupo C. Probablemente auspiciada por don Félix, maestro interino, que entre convicciones  entusiásticas amaneció allí, con su figura sino juncal sí de jayán desaliñado. Concitó este buen maestro joven simpatías, cercanías y aplauso infantil. 

Fuera la exposión preparada a partir de la Enciclopedia de la fauna  de Rodríguez de la Fuente. Versara sobre las formulas dentarias de los ofidios (mucho se extrajo de ella, de sus tecnicismos románticos, y se aprendiera hasta geografía, más que en todos los libros de sociales, con sus predios, yermos, cárcavas, desmontes, garrigas, torrenteras, farallones, atalayas...y un innúmero de buenos sustantivos que pintaron el rostro de España). Resultaba que en dibujos muy bien iluminados, al margen de los textos, se explicaban cuestiones de mucha especificidad de modo tan fino, que lo que no se entendía, con los ojos se alcanzaba o, al menos, lo pareciera.  Con mucha simplicidad -y no menos verdades- se indicaba con puntos rojos las incisiones que un oficio dejara en un mordisco ideal. Así, si había solo dos pequeñas marcas de circulitos anchos, resultaba que una víbora te había picado. "Dos pequeños puntos sanguinolentos en el dorso de la mano, es que os picado una víbora y tenéis ponzoña en el cuerpo". Interrumpió alguno de aquellos rufianes y para indicar que entonces había que chuparse la herida. A lo que se respondió mientras se echaba el índice sobre el pobre dibujo de la pizarra: "No es buena idea, pues si se tienen hemorragias internas, el veneno pasará al torrente sanguíneo". Así, información extraída de Sesión de tarde. Se explicó el mordisco siguiente: "Si tiene más puntos, no solo dos, y no están cerca uno de otro, la serpiente es de tierra y no es venenosa". Más se dijo sobre el porqué de cada "formula dentaria" antes de pasar al último dibujo: "Y si tienen muchos puntos y muy cerca, señal clara de que la culebra es de agua... Sujetan los peces resbaladizos para que no se los lleve el agua corriente con esos dientes pequeños, múltiples y finos". 

La exposición fue - y la tengo aún por ello- la mejor que se hizo entonces entre aquellos colegas de Alejandro VI, y bastante más clara y lucida que las que yo, Hefesto, tristemente después he dado. Hubo más, no obstante. No se quedaron ni las culebras ni Hefesto en los libros. Habrá de traerse cuando en una mañana fresca de octubre, buscando nízcalos en la comba suave de un chaparral por la sierra de Enguera, el niño se topó con una culebra de escalera que atendía la debilidad de los primeros rayos de sol. Se la apedreó, a esta y a otra que a muy escasos metros se estaba a lo mismo: "Mejor muertas que escondidas, que luego uno se despista y si pone la mano en una seta..." Fue reprendido con suavidad por el padre que oyó la explicación de los hechos. Nunca más se mató, a lo que se figura, ninguna otra culebrilla. Cuando el hermano pequeño, espabilado, bullidor, se hizo pescador sin que nadie lo adiestrara solía traerse criaturas encarceladas en botes de cristal. La madre se encontró uno de aquellos en el que dentro dos crías de culebra acuática de collar, delicadas como lombrices, se debatían en silencio. Pronto fue mandado Hefesto para darles suelta, y así hizo. Y en el castillo de Játiva, a la subida en un domingo de primavera una diminuta se tomó para impresionar a las mujeres de la cuadrilla; tan poco era que tomaron lástima de ella y recriminaron al bravucón. Alguna más se tomó por el lugar en otra ocasión con pobrísimo lucimiento del capturador-tomador de serpientes. 

En una difícil sinécdoque, se trocó el herpetólogo en culterólogo fracasado. Viera en las navajas, aparte de la forma, el frío, la sangre, las refulgencias, el imán de ojos y manos, su figuración en los retablos y la escasez, que mucho dura.



NAVAJA MACHETE DEL NÚMERO 2 DE RAFAEL WÍZNER, EN PALO DE SERPIENTE