domingo, 6 de noviembre de 2016

COUTELLERIE DU PANIER: COUTEAU À DEUX CLOUS








-Sí, sí...lo tenías preparado, preparadito, vamos-le tarareó Minerva mientras recuperaba el fuelle perdido en los escalones del barrio du Panier.
-Que no, que no...Ni sabía que existiese, ni la busqué en internet, ni na- le dio la réplica Hefesto al punto, sin que cupiese un silencio-. Nos ha salido al paso; es una aparición, un encuentro fortu...
-Va, va...entra si tienes que entrar, pero ya- le atajó la bella de ojos fríos.
-Es que no sé...no sé.¿Y si llegamos tarde a la vieille Charité? No me gustaría perder la mañana.
-Que entres, no des más rodeos, que te conozco a la perfección.
-Hala, pues ya está.
Y entraron en la tienda-taller, un nombre compuesto para un espacio reducido. Algunas baldas de madera como expositores, y cuchillos y navajas, y alguna joya de aderezarse de forja, astas, maderas o piedras cuajadas de cristales, sino cristal mismo de colores variados y cambiantes.
-¡Buff...! No sé, no sé- y a Hefesto le venía el azoramiento, el deliquio inadvertido que solo Minerva conociía-.Son de dos clavos, sin seguro. Pero son bonitas, buenas...bueno, las hojas parecen forjadas brut de forge. ¿Y las maderas? Hay en cocobolo...Mira, es bois de pistachier.Y muchas, como ves, en cuerno de carnero...
-¡Ya te estás frotando las manos como el señor Burns...! -le soltó rijosa-. Pues venga, aprovecha y cómprate alguna que te guste de verdad.

Tentó él todos los cuernos y todas las maderas del cacherío expuesto. El artesano vendedor lo observaba y metía baza en un rudimentario castellano. "Yo estuve tiempo en España..Veía toros. En Castejón de la plana el sol muy bueno." Para a continuación referirle de materias de cachas, de materiales de las hojas. No sabía Jean Pierre Ambrosino que aún tenían que acudir a su cueva dos veces para llevársele alguna navaja más, hasta un total de cuatro. Foto se hizo con aquellos compradores de España que chapurreaban mal que bien el francés. Algunos meses después se vio aquellos cuchillos que él había fabricado en fotografías por la red. En un blog llamado Le petit jardin des couteaux en el que, al parecer, aquellos compradores que iban de paso por le Panier hablaban de navajas y de la memoria de unas vacaciones en la Provenza.












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