jueves, 31 de diciembre de 2015

15 NAVAJAS DE ESPAÑA Y FRANCIA: NAVAJAS TONEL PARAPLUIE À L'ÉPREUVE-COUTEAU LE TONNEAU À L'ÉPREUVE


Otra anchona, de punta caída y filo recto. Si con solo hoja, de labrador rico; si con más de una, leznilla o sacacorchos de labrador-pastor-carretero-chalán-arriero-tratante con solvencia y necesidades, y aún de todos los demás oficios que se perdieran. Tagarnina apretada en sus simétricas bondades como cogollo o zepelín.  Como astil corto de herramienta para hendir tormo pesada solo para que la mano se sienta en ella misma. Esta fue adquirida en Marseille de Francia, en la maison Empéreur. Casa es de mucho solar y solera, en la que se entra por puertas varias como en castillo y en la que se anda como por túneles. No se justifican los precios por nada de lo que la casa quiera pretender; a pesar de lo que se quiera, el caso es que acuden clientes buscando la garantía que no se da por sentado. Los turistas entran en revoloteo descuidado, como sorbidos por embudo imantado. Son tratados según calidades con cortesía, no queriendo que la luz alumbre los precios en las etiquetillas de no importe qué artículo.

Se tentaran muchas, en particular alguna de Vialis, un Sauterre minúsculo con marquetería de boj y amaranto. Se me condujo al umbral para que me diera cuenta de sus finezas y precio. Como costaba bastante más del doble de lo que valía, se dio por acabado el asedio. Allí se quedaran laguioles, las de Nontron, algunas coursolle de figuras en latón y, en particular, manicureros de Drouhin en écaille. Estos se pegaron a la voluntad tanto que como lapas se las tuvo que despegar con palanca de hierro.

Se acudió otro día para buscar algo sensato en acero al carbono; el boticario montró lags Arbalète de Gènes David de asta negra con el resorte troquelado en ramos mal troquelados. Una de Parapluie en plástico negro, hojas opuestas con cachas planas en rectángulo: se dejó allí como tuviera juego en el eje. "Nada más hay" (il n'y a pas d'autres couteaux avec lame carbone, monsieur). Sí se viera esta misma y se porfió en que no era su hojuela del acero 440. 


















 

miércoles, 23 de diciembre de 2015

14 NAVAJAS DE ESPAÑA Y FRANCIA: NAVAJAS DE CAMPAÑA-COUTEAULE MINEUR






Otra que viene o que se ha ido, sin que sepa de dónde o por dónde. Se la ha visto en Francia en el escaparatito formidable de Courty, pegada a la frontera del norte. En Italia se compró en Venecia con el nombre de "marinera veneciana" (en olivo de secano y asta bovina) cuando en Cargasacchi se conoció al mismo señor Maserin. Los teutones del bigote la montan (Carl Schlieper, Robert Klaas...) y la llevan a la exportación americana; y es aquí fabricada por la GEC en micarta y fenóleos coloridos con el nombrajo de sodbuster (labrador en español). 





En España ha sido muy utilizada, quizá la que más después de las de palanquilla albaceteña, y hecha desde antes de la guerra civil (fue dada en dotación en las filas republicanas). La han tocado la casa de Ibi, Payá hermanos, y de ella se encuentran a menudo nuevas o desbaratadas; Aitor también la montó con el nombre de "navaja de pastor" (acabo de recordar que tengo una de esta marca en su caja). La recién desaparecida Gómez, la del paseo de la feria, la tuvo en catálogo junto a las de pistón baratas y las de muelle de orejas.









Quede claro por los nombres que era "la navaja", con una hoja que sabía de todo y valía para desollar un Uro o quitarle el rabito a un pero. Quizá haya sobrevivido por esto mismo. Celaya la ha retomado, Andújar la hace o la importa (?), y varios artesanos hacen series cortas de ella (Francisco Valencia la compone a voluntad, en cuerno pulido de carnero de jade con el muelle limado). Las acerrojan en Centroeuropa con un seguro en la culata y le ponen cachuelas de colores rotundos. 



Pero no todo son flores en el angostado huertecillo de las navajas: recuerdo que alguna casa de chacinas las daba junto a una tripilla de salchichón, sin  marca ni carné, pero chinerío seguro. Los franceses, que tanto saben de ponderaciones, la han rescatado al ponerla en la bandeja de los regionales: es el cuchillo de los "gueules noir" del norte. Nunca parece que se hiciese allí sino en Thiers tan solo. Admirable este emprendimiento en el que Albacete debió mirar para verse.



miércoles, 16 de diciembre de 2015

13 NAVAJAS DE ESPAÑA Y FRANCIA: NAVAJAS GUITARRA-COUTEAUX LE VIOLON


 Mucho vinieron aquí los de Francia a sacar jornales en las pinadas, a vivir de la maquila molinera, a buscar panes. No traían aquellos estas navajas. Pero sí se me da que cruzaran la raya, y de cuatro pasaron a seis cuerdas. Lástima -sea dicho sin regomello- que no engordaran aquí igual que ultrapirineos. Delicadas se dan y no recias y más acabadas.






Ya no se guitarrea tanto, que no haya luthiers que las compongan (sí, verdad es, que Wízner, D. Rafael, las viste con asta y madera de almendro, con cintillos y lentejuelas). Ni en las Francias tampoco (salvo R. David, que pudiera ser que todavía las monte). Ni, pues, seis ni cuatro; ni guitarrillas ni violines. Mucho esfuerzo para formar una orquesta de cámara, incluso mala. Vénganse franceses los que quieran, y aquí , ya en femenino, las tomaremos bien. Aplíquense los artífices y miren adonde haya industria, y luego complázcanse en la la emulación honesta de aquello por lo que nos venga alegría, asombro y admiración.   




miércoles, 9 de diciembre de 2015

12 NAVAJAS DE ESPAÑA Y FRANCIA: NAVAJAS GUITARRA SOTOS-COUTEAU LE VIOLON ESPAGNOL SOTOS

 Adquistas a Juan Luis Vergara en su cuchillería del Altozano. Hacían por los 60 y 70 lo que ahora las chinas o paquistaníes. Ya no se ven salvo por revivales de los Hermanos Martínez de Santa Cruz, si bien las sacan en acero inoxidable -lo que las convierte en injerto-esperpento inmanducable-. Estas tienen la hoja en carbono, y las cachas nacarinas. 

Con sus anillas para el ronzal dispuestas, como las argollas en las paredes para sujetar las caballerías los días de mercado. De resortes endebles y hojas delicadas. Ahora son souvenirs. Pero antes estas se usaban y tomaban holguras y se desechaban y se perdían y se compraban.








Las había de colores charros, de pisto, oscuras y blancas, de dominó, con aguas o sin ellas, refulgentes y apagadas...ninguna irrayable. Pudiéranse vender en los carrillos de las plazuelas como regalices. Panoplia formarían de abigarradas policromías, catálogo sin cuenta de tejidos y vitrinas de museo de historia natural, tal el de Londres, que es tenido por largo.

martes, 8 de diciembre de 2015

NAVAJA JJ. MARTÍNEZ-RESTAURANTE LA ESTACIÓN-BOCAIRENTE


Las pueblas se iniciaron cabe fuentes si el guerrear lo permitiera, que si no, se empinaban en recuestos y se subían a los mogotes y cabezos. Dejaban los ejidos para pasto y las llanadas de ribera para el veguerío. No se tendían los decumanos con las mientes fijadas en la facilidad de levantar solares de las casas de los vecinos. No tenían los que las ocuparan ganduleo de bajar al estero, a la mina del venero, a las alamedillas para aguar. 



Se iban las bestias por las trochas y las combas se vencían en zigzagueo armonioso; por veces, cuando las márgenes de  riscos eran estrictas, se tomaba el camino de los cortados y el barranqueo. Que cuando llegaran los trenes, no hubo forma de que las estaciones se sentaran en las plazas, en los antozanos despejados de las iglesias sedes. Mediaron entre pueblo y vía los ríos y tajos de azogues. Así en tantas líneas de la RENFE, como la que uniera los Barcelonas con Granada pasando por la sequiza cuenca del Almanzora (se tiene memoria que al pasar por Tíjola, en la provincia de Almería, se vieron las reatas de mulerío que se partían hasta el delicado puentecillo de maderos para salvar la riada inverniza). 

En Bocairente la estación estuvo al otro lado de la sima, en cara que la montaña enfrenta el pueblo; este fue puesto por encima del socavón formidable del barranco torrentero. Se ha dicho estuvo ya que de ella queda el nombre y la obra, que no los trenes y el tránsito. 

Siempre se comtemplan sus gruesos muros que se hacen en prismas rectangulares, se adivina en los vanos la reciedumbre y en los colores desvaídos el verde de la vida provinciana de entonces con sus vaivenes y afanes en los que se oyera el silbido del factor con su cromado silbato de Sheffield mientras señalaba su orden con la banderilla grana. Y partieron los convoyes con el paisanaje. 
Si se pudiese se quedaría en una de estas, se sanearían los marcos del ventanerío, se pintarían de verde cuartelero o azul de inmensidades para añoranzas del mar. Cuántas noches cabe la lumbre que ablienta el humo cuyo hilo ascendería hasta el ámbito celeste de las torres y los palomos. 



Por estas, y por otras, se fue al restaurante de La estación de Bocairente. Lo lleva un extranjero con modos pulidos, alto de zancas y de alargadísima nuca, como los holandeses son. El menú de tapas debe ser el que se demanda para que el gasto en el  condumio no arruine la jira. Se eligen cinco platillos-tapas de una lista en la que se echa de menos algo tradicional del contorno. El precio del menú, si se calcula por separado el coste de cada una de las entradas, puede ser ventajoso. El servicio es apremiante y se tuvo que poner calma en el frenesí pues en menos de un cuarto se dispusieron los cuatro primeros y se llevaron los restos de los que a medio comer estaban. Salvada la prisa, se ha de elogiar el manteleo, la vajilla (que no es de Santa Clara ni cartuja pero no está desportillada), y el agradable ambiente del salón de cristal. Se bebió un blanquillo chardonnay de Huesca que es el de la casa. Pulpo, ensalada de bacalao (excesivamente salado), un foie con jalea de rosas, unas bravas en confit, y una rebanada a la toscana. El postre cundió: base abizcochada, crema helada de café y frutas de otoño.











Se sirvió de navaja. Una de los JJ Martínez, de las de golpe o pistón tales las había en aquellos 70 sino antes. Ahora las han retornado con un estupendo punzón que dice ESPAÑA. Esta es la que debió salir en la película de La isla mínima. La que usaban las cuadrillas del ICONA cuando encendían la lumbre para prepararse un arroz con conejo y pimientos asados en el Layón de Bayarque. Solo faltara para que le trompe d'oeil se diese con felicidad que la hojilla se ensuciara con el óxido azul del buche de  los palomos que cruzan el río hacia la Estación.