domingo, 31 de mayo de 2015

3. ESPAÑA, SIN NAVAJAS: CENT SPAGNOLS, UN COUTEAU; CENT FRANÇAIS, CENT COUTEAUX. PHOTOS DEUX CANIFS: EKA, SHEFFIELD

Tanto es el olvido, pero tan cercanas están aún las sombras de lo desaparecido que no dejo de admirarme. El otro día -en vez de "día", vale poner "meses", "año"- en el mercado de viejo de Barcelona, levantado en la explanada ante el altozano de la catedral, huroneando entre los puestecillos, ocasión fue de desplante por vendedora, que en vez de intentar engañarme como a un indio me sermoneó.

-¿Qué será esto? (haciéndome el bellaco)
-Está bien claro...
-Parece que tiene  (mientras lo sostenía, examinando el minúsculo cortaplumas a contraluz, como si fuese trasparente, para darme más aire)  una falta en la hoja.
-Yo de navajas no sé (mirando a la torre de la catedral entre sacudidas de la cerviz).
-Mire (apareció el docto a dar lición) no es navaja, es ¿cortaplumas? No,...manicurero de viaje seguramente femenino, y han abusado de él, lo han afilado sin conocimiento; la falta de la punta se deberá a haberla usado como palanca para abrir el portón de un palacio. Mire, tiene gravados de lacería celta, leones, un dragón, y creo que es de, sí, Suecia.
-Sí que es (retornando la cabeza de donde era imposible mantenerla por más tiempo en tensión) gracioso.

Le compré la navaja. Una vez que la palabra tabú fue cambiada por un eufemismo, retornó la comprensión, la simpatía. Y se hizo negocio.

 Este es el la pequeña navaja-cartaplumas-manicurero que 
fue comprado en el mercado gótico de Barcelona. Se punzón es 














Pequeño cortaplumas de propaganda, sin marca pero su origen es Sheffield, Ingalaterra

Más adelante se mostrarán más cortaplumas de la marca Eka y otros de Sheffield; valgan estos dos como muestra; ambos fueron adquiridos en Rastros.



jueves, 28 de mayo de 2015

2 ESPAÑA, SIN NAVAJAS: CENT SPAGNOLS, UN COUTEAU; CENT FRANÇAIS, CENT COUTEAUX. PHOTOS LAGUIOLE ANCIEN.

Conozco a pocos que utilicen navaja, y aun menos que coleccionen (ya se debatirá cúando se le puede llamar a alguien coleccionista de navajas). Uno de ellos es pariente;otro, amigo, vive en, sí, en Francia. No es una casualidad.

 Aquí, si la policía (la que sea) te sorprende con un cortaplumas encima, automáticamente piensan que eres un consumidor de cannabis (no sé muy bien para qué usa un porrero una hoja tan pequeña -¿cortar el hachís para mejor racionarlo?-); si es en ruta, la de tráfico pensará que vas discutir  con el que provoque tu próximo accidente y que usarás el cortavidrios incorporado para hundirle el parietal. Si es una domesticada suiza multipiezas la que te abulta en el bolsillo, el policía que te tendrá contra la pared te golpeará en el interior del pie para que separes bien las patas, pues serás un alborotador que saquea cortesingleses.

El resultado es que las fuerzas del orden se incautarán  de tu navajilla y te denunciarán (si no lo hacen, habrá que reclamárselo, pues entonces no habrá prueba si se intentara vanamente recuperar). No es el caso de allende los Pirineos; allí, mediando juicio, se aprobó que un paisano, esté en campo o urbe, puede llevar encima (con limitaciones) una navaja tipo laguiole. Creo que todo partió de un caso donde se incautó, en un tumulto o protesta urbana, de una lag, y el pacífico propietario fue denunciado. La decisión promovió el florecimiento en el Hexágono de las navajas regionales.

No veo a gente almorzando que la lleve, salvo raras excepciones, en ningún sitio. Aquí hay constantes cenas de sobaco, fiestas populares innúmeras (por pueblos, barrios, calles, santos, efemérides, conmemoraciones...) en las que la ocasión la pintan calva, ágapes  jubilares para sacar











el voto, piscolabis con embutidos, merendolas de amigotes, cenillas de los viernes en la festiva asociación cultural, comidas en toda ocasión y sin mediar excusa. Sin navaja. Siempre sin navaja. Mientras, en otros países, incluso fabrican  plegables para el restaurán: es el caso del modelo del taller Perceval le Français o del italiano de Viper llamado Britola (serán expuestos aquí en su momento).

No se explicará ahora la tipología, por otro lado muy conocida, de la navaja fotografiada. Se reserva para otra  ocasión en la que se mostrarán las lags de la colección. Ha sido elegida porque es, quizá, la clase más utilizada -y no solo en Francia-.

Se trata de una Massoptier que ya tiene sus décadas y ha sido restaurada (tenía fallos  el asta en su unión con la virola superior y con la plátina en la misma zona). Mitras, platinas y clavillos son de latón, hoja y lezna son de acero al carbono. El resorte presenta en su parte inferior un resalte agujereado para un fiador. Mide 12cms cerrada y 21,5 abierta.


Lo que más me place es el claveteado à moletons (sobresalen los clavillos redondeados respecto al plano que forman con el asta), se trata de un rasgo de calidad indiscutible. Como se habrá observado la mosca es lisa, como en los orígenes, y está saldada, no forjada (hoy no se aceptaría el soldado en una lag de categoría). De todas formas el efecto en conjunto es de ¡Cocorico...! que dicen los franceses cuando se ponen tiernos.

- Couteau Laguiole 2 Pièces 
- Mouche lisse Massoptier
-Manche en corne de vache 
-Mouche lisse
-Platines métalliques et mitres en laiton
-Cloutage en laiton a moletons
-Lame en acier carbone marqué Laguiole Massoptier 

- Ressort troué pour le passage d'un lacet 
-Ouvert 21,5 Fermé 12 cms

viernes, 22 de mayo de 2015

1 ESPAÑA, SIN NAVAJAS: CENT SPAGNOLS, UN COUTEAU; CENT FRANÇAIS, CENT COUTEAUX (PHOTOS DE TROIS PETITS COUTEAUX -LANGRES, AURILLAC, GAUDEL-)

Suponiendo que la sentencia en francés del título esté bien escrita, serviría para ilustrar lo que sucede en nuestro subdesarrollado país. En España abandonamos el campo en las pasadas décadas, y nos refugiamos en la ciudad; barrios enteros se construyeron previo derrumbe de, en muchas ocasiones, valiosos edificios históricos (o se ensancharon las ciudades sin planificación alguna, a la brava -como ha ocurrido también en los últimos años-).

Los campos se agostaron, los sistemas de riego (del tiempo de los Escipiones, que los moros aprovecharon) se cegaron. Los muretes de piedra que abancalaron las laderas se descompusieron; las granjas, cortijos, masías, alquerías, parideras, hórreos...se sustituyeron a menudo por naves de bloques de hormigón, con techo de uralita venenosa.

Muchos productos típicos durante decenios y aun siglos desaparecieron (embutidos, quesos, conservas, casquerías, dulceríos); igual con la artesanía. Qué feo resulta el viaje por las campiñas, cuando las haya, llenas de anuncios de grandes superficies, de ferreterías, de promociones urbanísticas, de putas y chaperos o de mensajes impúdicos sobre una pareja que se iba a casar escritos con espray.

Nuestra ruralía, el campo, no se ha valorado nada. Recuérdese dónde queda la otrora existente huerta valenciana, o murciana. Los productos que puedan salir de él, tampoco valen, o si valen, no cuestan lo suficiente para el sustento o la proyección del artesano productor. 

En Francia, en el norte de Italia, en Suiza...es diferente. Váyase por la Toscana, véase el Tour de France. No se ven feos chaletes con fuentes falsas, estatuillas de escayola,o rejas de maya ni adoseríos en bloque .No se aprecian junto al castillo o iglesia del pueblecillo, naves horrendas. En España, los alcaldes han sido las más de las veces constructores, y han vendido a saldo las vegas tradicionales, han arrumbado las eras, han desbancalado los huertos, han poblado de casuchas baratas los promontorios y belvederes; han cuajado el término de tristísimas ristras de casitas adosadas.

Me acuerdo muy bien de una pueblecillo de Almería, Bayarque, cuya huerta era gloria, llena de ruiseñores, mimbreras, cerezos y retales de hortalizas. Los regatos de las fuentes fecundaban el erial generando un milagro en el árido Sureste. Pues bien, ahora, gracias a negligente actuación de los alcaldes (quizá debiera ir en singular el cargo) hay chalés con piscina en medio de los bancales. En la Cerrá, raro enclave forestal del lugar, hay casuchas de madera que son yesca o  mecha para que pronto se prenda el mejor  pinar de la provincia.

Hemos perdido la memoria y el homo faber es ahora un cliente de Mercadona que compra todo hecho, venga de donde venga






LANGRES CON CURIANA



AURILLAC PLATINAS TINTADAS







PEQUEÑO GAUDEL, REGALO QUE VINO DE FRANCIA










sábado, 16 de mayo de 2015

NAVAJA DE TACONCILLO DE SANTA CRUZ DE MUDELA HERMANOS RODRÍGUEZ NUÑO


A estos los fundó Nicolás Rodríguez Nuño, que nació en el año 11. Como entonces, a Dios gracias, no existió la formación profesional básica (o su equivalente en alienación PQPI) don Nicolás niño pudo aprender el oficio de verdad -sin sacar ningún diez postizo- en una progresión de fraguas antes de montar la suya, en la calle Quemada número 6. Alumno fue, y maestro.


A sus tres satélites aplicó cabe sí, en educación aritmética, geométrica, física, gimnástica, plástica y aun musical. Supieron de mediciones sin reglas y con escalas, de formas y volumetrías, de química cromática y grados, de matrices, de conveniencias de materia para ayuntamientos, de tintineos y rítmica... de todo lo que les bastó y sobró para aparejar ingenios.


A Salustiano (1938) lo apuntó en su fragua a sus once años, antes de que la adolescencia descompusiese las edades del hombre. Siempre estuvo en el taller paterno hasta que dejó de mano. Al segundo, Miguel (1940), lo pusiera allí mismo más tarde, a los veintidós, y al igual que el primus acabara su navajeo donde empezó. El chico, Nicolás (1943), no se escapó del humeo y a los diez estuvo con padre y hermano quemando cuerno (según pone en La navaja de Santa Cruz de Mudela, en el 74 marchó a Burgos).





A todo palo atendieron, excediendo donde se ponían. Fabricaban, como se ve en las tristes fotografías, toda la panoplia santacruceña; y para darle salida se valían de representantes.En Barcelona se encomendaron a Ramón Jofresa Sánchez, en Madrid a Julián de la Riva, y en Córdoba a Miguel Carrera Domínguez. Sus piezas no lo son, sino maravilla de ingenio: nácar junto a columnas salomónicas, piezas en madreperla de porciones, lentejuelas enrasadas a prodigio entre puntuaciones, incrustaciones sobre ciervo perlado, cintos y cintillos como rayos de soles; estajes, estiletes, capaoras, calados de randas acerados...A todo lo aherrojaban muelles hasta de tres alas, de tanta sutilidad labrados con la lima que no se saben ponderar. 






Con no ser esta de acá de las que que en ellos se destacan, tiene de mérito algo menos que todo el que exigir se puede a una de taconcillo. Los muelles de pico, los limazos, el cinto-venda del eje, y aun el escondido talón la adornan en ventaja; y el asta, su fineza, su apretadísima compostura. Todo, o lo que se pretendiera, posee.

Tiene una historia banal que obligación fuera que todas la escondieran para que otrosí se atesoraran. Parece que fue comprada en el puesto de Santos en Albacete. Aprovechando la feria septembrina, el factótum de la cuchillería provinciana Amós Núñez, que ve hacienda donde no se viera nada, acaparó todas las que tenía el feriante de esta casta. Cuando se visitó el barracón en los Redondeles, no se vio ninguna y así se le indicó a Juanlu, vendedor que trabaja en la cuchillería Amós. Acertó a entrar en ella el dueño, y al hacérsele la observación, contestara: "Las he comprado todas".

El busilis estaba en que en el taller de don Amós se las repasa, abrillanta, pule a espejo, se corrigen bailes, y se montan. El precio, claro, se triplica. De sus vitrinas fue elegida por el hermano de Hefesto que a este se la regaló.















Aquí se puede ver la precisa astilla que la acogota para que el muelle coja tensión (ha de saberse que las navajas de muelle externo o a palme, que dicen los franceses, tienen delicaduras muchísimas que con la vejez se acrecientan).