martes, 31 de marzo de 2015

7 BUSTOS. 1ª PARTE. LOS FERIANTES DE SANTA CRUZ DE MUDELA: SE VENDEN NAVAJAS BUSTOS



Aquí igual que allá. Los cuchilleros trabajaban el invierno y a la fin de los hielos, si no en los calores, salían al mundo. Los oficios tenían esa cruz y esa ventura. Recuerdo un guarnicionero que terminó haciendo solo correas que eran  lo que el tiempo pidió. Salía con su Simca 1000 y el maletero colmado y aprovechado. Hasta Barcelona, y más allá: tocaba el Cantábrico. Y quedaba la vuelta. Hoy es oficio del negro que vocea con sordina de mesa en mesa. Cuando en las calles los rotulillos decían de los trabajos de los vecinos: Plateros, Pelegeros, Corretgeria , Velluters -en Valencia-...incluso Cuchilleros.

Salían los santacruceños abnegados a la feria  -no la de su pueblo- a la navaja. Íbanse en tren, en coche de línea (autocar), en moto...Siempre con su hato de peso. Escamoteaban sus bultos bajo los asientos de los borregueros, de los ferrobuses... (algunilla venta en los mismos a los paisanos que merendaban de los panes redondos y de las ristras). Hasta las ferias, digo. Allí hacían puesto con rumbo y, las más de las veces, sin coheterío: un carrillo portable, tela de fanegas, y un jergón de paja que ellos mismos se traían de provisión. Junto a la mercancía echaban las horas, diurnas y nocturnas, guardándolo. Boína, blusa de menestral, alpargatas que rodando las décadas se vinieron a trocar en zapatos de punta y cordón, chaquetas entalladas y hasta calcetines.









domingo, 29 de marzo de 2015

6 NAVAJA BUSTOS: PEQUEÑA PASTORA EN MACHO OSCURO


Ángel Bustos Martínez (1957)  es hijo de Manuel Bustos Muñoz. Actualmente traba ja en la cuchillería Martínez.
Santiago Bustos Valencia (1961) fundó sociedad con Eladio Muela en 1993, en la calle Pablo Castelar. Es la empresa más conocida de la zona, famosa por sus cuchillos de monte con mango de ciervo.










Esta no es de MB. Sí Bustos, de la misma camada que las dos presentadas con anterioridad (algo más pequeña -menos de un centímetro-). Anchona, de rústico y pastoral cachaje en macho cabrío (a falta de prueba de ADN). Carbono en casquillos, hoja y muelle que tomarán el mismo color que el cuerno, con su propio matiz. Estas hojas con generosidad de pámpano me gustan porque tienen filogenia remota con aperos de labriego: azadón y escabillo. No tiene la fineza y lujillo del escaparate, sí las teclas del puesto ferial: muelle desafecto al lomo, pernos machacados como aceitunillas, palanquilla en alambique, juntas y márgenes con barranco vecino...




10,03 cms cerrada
8,03 cms de hoja
3,7 cms de anchura estando cerrada
1,2 cms de grosor


























 Ya quedó dicho. De lejos tiene todo, de cerca la salva su firmeza.


martes, 24 de marzo de 2015

NAVAJA DE LA PELÍCULA "LA ISLA MÍNIMA" O LAS NAVAJAS MUELA Y LOS AÑOS 80


Se le vino a la memoria a Hefesto cuando aquel de la Puch Cobra hacía pasadas por la recta de la Estación en dirección a los Celas. Con su faja y casco, petardeaba como el mismo demonio y se alejaba envuelto en el tumulto azogado de la velocidad. Lo recuerda Hefesto, pues tantas veces soñara que moto tuviera para traspasar los ámbitos aquellos y lucir con el ciclópeo faro.


Eran los 80 si no antes: Ossas, Sanglas con o sin motor Yamaha, Bultacos (Striker, Metrallas de los 60...) y hasta Impalas con sus fardillos de alfalfa para el conejerío. Y las nuevas Derbys, todas camperas.
Se llevaban los Lois, los wrangler, los Old Chap,  los Alton. La manga japonesa como aquel afeminado de cuyo nombre sí me acuerdo, con cuya música bailaban y cuyos gestos imitaban todos, menos los padres de cualquiera de aquellos.



La moda de los pubs con sillones de escay, flecos, paredes tapizadas como el castillo de Avignon y bebidas: Mandarine Brizard, lima, güisqui doble uve y Dyc, ginebra local o, si acaso, Gordon's; las cervezas de Cruz Campo (entonces empresa nacional o, más bien , regional). Los batidos eran aquí Pulevas. Todo se pagaba con pesetas y una caña valía 5 duros. En la discoteca Soraya, y en todas, se bailaba pegado y en los reservados no se consumía.





Así que -y aquí se corta la sarta azarosa de la añoranza- cuando se vio la película, todo se reconocía: la moto Montesa campera, con depósito amarillo, los Citröen cabeceantes y rurales, los civiles acharolados (cuando aún no llevaban la gorrilla verde), la ginebra cabezona, los pelos encrespados con ondas de estropajo, los pantalones de pernera prieta y talle alto, los campos que llegaban hasta dentro del municipio...y la navaja.


(Esta navaja, igual que la sale en la película La isla mínima,
no pertenece a Hefesto).

Habrá que decir que fue en aquellas vacaciones de estío cuando un compinche de Hefesto le refirió la marca: Muela. Eran regalo de empaque, premio para cliente de sucursal o para su dirección (tanto honraban para uno o para otro sentido). Parecieron entonces algo más lejanas que el Santo Cáliz de la catedral de Valencia. Hendieron la gana de la posesión aun sin ver una. Don Eladio entonces estaba levantando empresa y sus piezas no llegaban donde las de los JJ. Martínez. 

Vuélvase a la película para aplaudir cómo se ha captado con pocas pinceladas de vestuario, peluquería o ambulación mecánica aquellos maravillosos años. Un ambiente insinuado con aquellos caserones de campo llenos de lo que eran: muebles oscuros, enlosados y geométricos soleríos de baldosillas hidráulicas, carpintería ramplona de batientes y fallebas.



No le gustan las novelas de Chandler tanto como las de Simenon: si está hilada la trama sino con hilvanes ligeros, si solo se atiende a personajes y lo etéreo de la atmósfera es lo  primordial, acaba Hefesto amoscado. Así en La isla mínima. La motivación del guardés o guarda es psicótica, pero queda sin etiquetar la que lo une a Quini. Lo que sucedía en el casón del arrozal se sospecha: lobreguez y depravación. ¿También venalidad? El morbo que alimenta al espectador no es saciado con inteligencia: se dice que le espera un pastel a uno, y se le trae la descripción del mismo: personajes sórdidos, recreación ochentera, paisaje ratonera bello aunque lóbrego, imágenes de drones y travelling magistral. Perfume de crítica política y social. El postre ha recibido reconocimientos. Pero no lo olemos.

   

No es por crítica de lo que no se entendió que se dirá todo esto. Atento estuvo Hefesto a los detalles nimios que nada se considerarán.Como cuando el guapo acecha a los policías de la secreta en el coche y les muestra la punta de la navajilla; se da un anacronismo puro: esa navaja parece que es igual a una de las que vende Muela. Vende ahora, que no en los 80. Ahora no es ahora-ahora, pues el modelo (Muela 70 P -a falta de comprobación exhaustiva-) está descatalogado aunque se puede encontrar todavía. Elegido quizá por el conspicuo color del metacrilato amarillo-anaranjado. Enseguida se vio, la verdad. Como los pantalones Levi's Strauss 501 que viste el pordiosero furtivo cazador de corzos. 

Una navaja como las que se muestran en ciervo y en asta negra, de pistón; caminan ásperas y tienen más pergeño de Pakistán que de Santa Cruz-Argamasilla, aunque no disgustan tanto (como La isla mínima, vamos).




























jueves, 19 de marzo de 2015

5 NAVAJA BUSTOS: MODELO NUNCA VISTO (?)


Manuel (1968)y Rafael (1973) Bustos Valencia son hijos de Rafael Bustos Muñoz y nietos -y aun bisnietos- de cuchilleros. Ambos en activo: el primero trabaja en MB Artesanos, y el segundo en la fragua familiar de la calle General Serrano. Es posible que sean de este último las navajas que se pueden encontrar en los barracones de los feriantes por esas ciudades de Dios (y aún todas estas mismas que se presentan en esta serie de Bustos, salvo lo que se  pueda matizar sobre el modo de fabricación en Santa Cruz y el de comercialización).







La única que había a la vista y aunque se preguntara por otras de la misma compostura, no se vieron más. "Es la última"-se me dijo desde la tarima-púlpito de la caseta. Llamó la atención porque pareció injerto entre girodias-cabriteras-machete.  La hoja recortada, la ausencia de virola o casquillo inferior y cierta ondulación del mango la aleja de los honrados machetillos. Prima parece de la estirpe afrancesada del pistón y el barato. Luce asta magnífica -como casi toda la manchega- y callosidades aceradas en los pernos, las vértebras columnares aparecen marcadas con lujo, y la virolilla de latón lucía como farol entre el relente. Es menuda y discreta, se maneja casi como bolígrafo BIC, y sacándola no sabe uno si va a firmar o a tajar en mesa de aperitivos. Pero tiene escoliosis ideopática que la afea si se mira desde arriba estando boca abajo (ya se sabe que el muelle bien pegado creador de simetrías es el secreto de esas navajas con palmeta en el lomillo...). Una casta que debiera propagarse, dar chupones e hijuelos, expandirse por llanadas y crear estirpe. De dónde haya salido, se escapa. Que aquí no siempre quien firma es quien ha compuesto. No sé, de todas formas.